¿Es eficiente la administración pública española?
La pregunta creo que podría tener muchas respuestas, y sobre todo, muchas maneras de explicar o de llegar a la raíz de esa respuesta. Probablemente podemos responder que en efecto, la administración pública y los funcionarios españoles son eficaces, ya que de manera general, se suelen conseguir a grandes rasgos los objetivos marcados. Pero... ¿Es eficiente? Bajo mi punto de vista, la respuesta podría ser un rotundo no, y claro está, generalizando, ya que habrá funcionarios eficientes en sus labores. El personal público no suele tener noción alguna de los recursos que emplea para llevar a cabo los objetivos marcados, y es por ello, que estos recursos suelen emplearse de manera más descontrolada que en el mundo empresarial privado. Quizás este problema entronque directamente con la responsabilidad del funcionario. ¿Por qué se utilizan recursos sin ton ni son? ¿No son responsables los funcionarios españoles? Creo que la respuesta no sería otra que porque no son conscientes de que los recursos que utilizan son de todos. En una ocasión, una ministra socialista del primer gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Carmen Calvo, dijo "Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie". Esta expresión, completamente desafortunada, nos da una idea de lo poco que sentimos el dinero público como algo "nuestro", siendo esta bajo mi punto de vista la principal causa de derroche y de falta de eficiencia.
Por suerte, y como consecuencia de la crisis económica que comenzó a asolar Europa en el año 2007, todo esto ha comenzado a cambiar en cierto modo. Pienso que este cambio de mentalidad para que la administración pública comience a ser más eficiente, y como consecuencia de ello, a utilizar los recursos de los que dispone de manera más responsable, es algo que necesita de un cambio generacional y sobre todo, un cambio de mentalidad en toda la sociedad, algo que transciende incluso del propio gobierno de turno que esté en ese momento. En los últimos años se han aprobado leyes que reducen este gasto excesivo en cierto modo, como la ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, o la ley de Acceso Electrónico de los Ciudadanos. También la ley de Transparencia y Buen Gobierno tiene entre uno de sus objetivos hacer más eficiente y más eficaz todo el sector público en general.
También entre una de las causas de esta cierta ineficiencia por parte de funcionariado es responsabilidad directa de los políticos de turno, es decir, debemos de empezar ahorrando recursos y racionalizando los gastos a la hora de contratar y ofertar plazas públicas. ¿Cómo pretendemos que los funcionarios de cierto ente sean eficientes y donde hay carga de trabajo para dos, resulta que hay cinco personas? Esto es bastante común, por ejemplo, en las televisiones públicas, empresas públicas o mancomunidades, las cuales han servido durante años para colocar a personas afines al partido político que gobernaba ese determinado lugar. Obviamente, así no se logra tampoco una eficiencia máxima, no siendo esto, por supuesto, achacable a los propios trabajadores públicos.
Por último, me gustaría concluir diciendo que, además de las leyes mencionadas anteriormente, en los últimos años es cierto que se ha notado un cierto cambio de mentalidad en el sector funcionarial de nuestro país. Quizás aquí deba de entrar en juego la motivación al trabajador, teniendo una parte del salario que sea por objetivos conseguidos. Creo que esto haría crecer de manera notable la eficiencia y ahorraría costes de manera notable al sector público, que finalmente somos todos.
Opinión crítica de José Carlos Miranda Sánchez.
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