La
juez del caso
Mercurio ha citado a
declarar a 20 alcaldes y exalcaldes por haber recibido,
presuntamente, un reloj valorado en 200 euros de la Federación
de Municipios de Cataluña (FMC) cuando el socialista Manuel
Bustos presidía el ente municipalista. Entre los imputados por
un delito de malversación de fondos públicos se encuentran el
alcalde de Cornellà, Antoni Balmon; el de Tarragona, Josep Fèlix
Ballesteros; y el exalcalde de Sant Boi, Jaume Bosch, todos ellos del
PSC. En la relación de imputados también figuran excargos locales
del PP, Iniciativa o Esquerra.
En
2011, la FMC de Bustos compró con cargo a su presupuesto —que
se nutre de las aportaciones de los ayuntamientos— un total de 70
relojes de la marca Calvin Klein para regalarlos, como obsequio, a
los alcaldes que abandonaban el Consejo Nacional de la FMC. A
petición del fiscal, el juez ha imputado ahora a 20 de los 66
miembros del Consejo —siguiendo el orden alfabético— y está
previsto que cite al resto en las próximas semanas, según fuentes
judiciales.
Balmon
mostró su “desconcierto” y “enfado” por la imputación y
negó haber recibido el reloj. La misma palabra (“desconcierto”)
empleó Ballesteros, en un comunicado, para añadir que el día de la
reunión en que se repartieron los relojes (22 de julio de 2011)
“excusó su asistencia” y, por tanto, no lo recibió. Ballesteros
ya declaró como imputado por los sobresueldos de la Federación, y
también negó haberlos cobrado.
Noticia publicada originalmente en: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/03/12/catalunya/1426187181_182771.html
Como, desgraciadamente, hemos podido observar en los últimos años, el porcentaje de políticos corruptos se ha elevado enormemente. En la actualidad hay numerosos casos en los tribunales por estos motivos, pero es innegable que todavía se ocultan de la realidad muchos más casos como el que comento. La corrupción es una práctica peyorativa, un delito, cada vez más extendido en el entramado mundial y, más concretamente, en nuestro país.
ResponderEliminarEn un estado social, democrático y de derecho, como es España, son una lacra enorme los, hoy en día, cada vez más habituales casos de corrupción. Para que a clase política y la clase dirigente pueda inculcar a los ciudadanos y a los empleados públicos una cultura de la ética y los valores, es necesario que primero ellos prediquen con el ejemplo. Un país en el que gran parte de sus políticos, quienes ostentan o postulan a ostentar la representación del pueblo, participan en actividades corruptas; está abocado a la ruina. Los representantes de los ciudadanos pierden legitimidad y empañan y orientan el sistema político español hacia la ineficacia e irresponsabilidad. De nada sirve que se legisle más restrictivamente para combatir la corrupción, si son los propios creadores de la norma quienes no la aplican.
Como en este caso, aceptar relojes u otro tipo de presentes a cambio de agilidad en los trámites u otro tipo de favores administrativos, es algo inaceptable para una sociedad democrática como la que tenemos. Sin embargo, es algo difícil de controlar puesto que la ética es un conjunto de valores que cada individuo posee y que conforma su propio carácter. Si en el carácter de una persona y en sus valores morales, no se encuentra la ética pública y el respeto a los recursos públicos, probablemente nunca vaya a servir con eficiencia y eficacia a la Administración pública. Empero, no deja de de ser un problema que está en el ojo del huracán y que debe ser controlado sin ninguna consideración ni tolerancia.