Reflexión personal aportada por Carmen Martín Martínez
Hasta bien entrado el segundo milenio, las empresas
acostumbraban utilizar malas praxis, operando con mecanismos de explotación
abusivos, con el único objetivo de aumentar la productividad y con ello sus
beneficios, sin tener en cuenta el daño que causaban directa o indirectamente en su entorno.
Hoy en día, en el que los mercados son mucho más
competitivos y agresivos, las empresas procuran tener entre sus filas a los
mejores en los respectivos puestos de trabajo. Es por ello que buscan los perfiles
más preparados de entre los jóvenes que están intentando incorporarse al mundo
laboral. Esta generación de nuevos trabajadores, nacidos entre 1981 y 1995, se
caracteriza por su alto grado de preparación y formación académica, y por una
ideología muy comprometida con los valores que actualmente se consideran más
cercanos a la excelencia personal en la sociedad. A este grupo social se les ha
bautizado como “los millennials”.
Estas personas ya no se conforman con unas buenas
condiciones laborales y salariales, sino que además se interesan por las
diversas políticas que la empresa lleva a cabo con los elementos que rodean su
entorno. Un buen ejemplo de la importancia que ha tenido este cambio ideológico
en la población lo encontramos en las
grandes compañías farmacéuticas internacionales, que tras muchos años de
crecimiento masivo han comenzado a tener en cuenta factores como el medio
ambiente o el buen desarrollo infantil. Además, durante estos últimos años se
ha ido evolucionando hacia la tendencia generalizada de crear cada empresa sus
propios códigos éticos y deontológicos. Esto lo podemos ver, por ejemplo, en
que hace 20 años atrás las farmacéuticas costeaban a los médicos todos los
gastos que éstos pudieran tener, buscando con ello influir en sus decisiones a
la hora de recetar medicamentos. Hoy en día ya no ocurre esto porque la propia
industria farmacéutica se ha autorregulado exigiéndose más de que lo que en
muchos países se les exige por ley.
Con todo ello pretendo demostrar que las empresas se han
visto obligadas a cambiar su modo operar para así atraer a los jóvenes más
cualificados y que se encuentran más comprometidos con los valores en el mundo.
Asistimos de este modo a un cambio en la gestión de los recursos humanos, pues
ahora las grandes multinacionales enfocan sus objetivos en este nuevo sector de
la población.
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