Reflexión propuesta por: Elvira Pérez Martín
A estas alturas todos tenemos muy claro
la diferencia entre empleado público y privado. A grandes rasgos, los primeros
trabajan para el Estado, han obtenido su puesto tras pasar unas oposiciones (en
las que se evalúan tanto sus conocimientos a la hora de realizar las pruebas
como los que ya habían obtenido previamente) y cuentan con gran estabilidad
laboral, ya que, si no realizan un comportamiento contrario a lo regulado en el
EBEP, los funcionarios tendrán trabajo seguro hasta su jubilación (aunque
actualmente se esté empezando a perder esta característica debido a la gran
crisis en la que ya llevamos unos años sumidos). Por el contrario, el
trabajador privado obtiene su puesto en base a entrevistas de trabajo (en las
que será la propia empresa la que juzgue si le interesa tener a esa persona en
su equipo o no), está sometido a lo pactado en su contrato de trabajo y no goza
de tanta seguridad, puesto que puede perder su empleo en cualquier momento si
la empresa así lo decide. Aunque actualmente estas dos categorías no son tan “puras”
como antes (por ejemplo, el Derecho Laboral se encuentra cada vez más presente
en la Administración, concretándose en las distintas clases de personal laboral
que trabajan en ella) se puede ver que aún conservan estas grandes diferencias,
tanto para el propio derecho como para la sociedad.
Siempre ha existido entre los ciudadanos cierto
prejuicio contra los funcionarios, debido al tópico de que muchos no se toman
en serio sus tareas y aprovechan para hacer de todo menos trabajar, sin tener
penalización de ningún tipo. Esto se ha agudizado en los tiempos de crisis
actuales, ya que muchos trabajadores privados perdieron sus puestos mientras
que los funcionarios “solo” sufrieron ciertos recortes de salario o
descendieron sus plazas a la hora de hacer oposiciones. Muchos podrían pensar
que la vida laboral del funcionario, así expuesta, es bastante buena, pero
salvo excepciones, esta idea se aleja de la realidad.
En 2012, Randstad (una importante empresa
dedicada a los Recursos Humanos) publicó un estudio sobre los funcionarios
europeos. Esta reflejó que el 44% de los encuestados españoles no estaban
satisfechos con sus puestos de trabajo y no querían promocionarse (esto dio como
resultado que nuestro país fuera uno de los más desmoralizados en este
aspecto). No podemos afirmar a ciencia cierta que sea debido a una “sobrecarga”
de los puestos funcionariales, pero sí es cierto que hay muchos trabajadores
públicos que sienten que todo su esfuerzo no sirve para nada, que no ven que el
trabajo que realizan tenga ninguna proyección en la sociedad.
En los últimos años se han desarrollado
bastantes fórmulas y recursos para motivar a los empleados privados, que desde
el comienzo de la crisis tienen que realizar grandes esfuerzos para evitar que
sus negocios se vayan a pique, o que tienen miedo de emprender arriesgadas
apuestas de negocio por miedo a fracasar o perderlo todo. Estas medidas han
funcionado desde sus comienzos, y cada vez se crean y se desarrollan más
gracias a la labor de psicólogos y “coachers”. Sin embargo, una simple búsqueda
en internet sirve para observar que a la motivación de los empleados públicos
apenas se le prestaba la menor atención o, como mucho, se aplicaban los mismos
métodos que a los empleados privados (sin prestar atención a las diferencias
entre ambos trabajadores).
Aunque actualmente esta situación está
cambiando, creo que debería empezar a darse más importancia a los funcionarios.
Están presentes en muchos aspectos de nuestra vida (médicos, profesores,
policías, administrativos, bibliotecarios…) y tienen una gran relevancia en el
correcto funcionamiento de nuestra sociedad. Por ello, el “coaching” debe crear
nuevas técnicas de motivación para que ellos se sientan valorados en su trabajo,
alcancen sus metas laborales, se desarrolle una carrera administrativa y se
vele por la eficiencia y la ética en su ambiente laboral. Este será el primer
paso para lograr un óptimo funcionamiento estatal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.