Noticia aportada por: Rocío Peñate Cascales
Si hay alguien
acostumbrado a exprimir al máximo sus recursos para encontrar al candidato
ideal allá donde se encuentre, esos son los cazatalentos. En los últimos años
las redes sociales les han facilitado el trabajo, aunque no siempre los mejores
perfiles se encuentran en Internet
Se dice que Nerón escogía a
sus colaboradores tras examinar su escritura, porque creía ser capaz de
adivinar si le acabarían traicionando solo con mirar sus rasgos caligráficos.
Tal vez este precedente histórico de la grafología sea uno de los primeros ejemplos de técnicas
aplicadas a la selección de personas. Unas técnicas que han evolucionado mucho
desde los tiempos del emperador romano, pero que siguen persiguiendo el mismo
objetivo: acertar en la difícil misión de encontrar a la persona idónea para
cubrir un puesto de trabajo.
La psicología es, sin duda,
la ciencia a la que más le deben los buscadores de talentos. Desde los test psicotécnicos hasta
las entrevistas por competencias, pasando por los role-play o las dinámicas de
grupo, son numerosas las aportaciones de esta disciplina a la selección. Unas
pruebas que persiguen “conocer la personalidad laboral del candidato, sus
motivaciones y valores”, explica Javier Rodrigo, director de Ray Human Capital.
Para este psicólogo, los profesionales de su especialidad ofrecen un valor
añadido a los recursos humanos, tanto por vocación como por formación. “En
muchos casos hay una clara orientación hacia las personas y una inclinación a
contribuir a su crecimiento. Además, los estudios de psicología proporcionan
una serie de herramientas que habilitan para gestionar esa parte soft de los
recursos humanos en la que se encuadran la identificación y desarrollo de
capacidades”.
Pruebas clave
El 90% de las empresas
francesas utilizan pruebas grafológicas en sus procesos de selección. En España
su implantación es bastante menor, aunque gana adeptos como método
complementario a las entrevistas personales. Sandra Cerro, coordinadora del
curso de Experto Universitario en Grafología Empresarial de la Universidad a
Distancia de Madrid (UDIMA), asegura que se trata de una de las herramientas
más completas que existen para evaluar los candidatos. “Permite analizar la personalidad
integral de la persona, no sólo su carácter o temperamento, sino también sus
emociones, actitud ante la vida y hasta su estado anímico en el momento de
escribir”. El test grafológico suele consistir en un texto de al menos una cara
completa y la firma del candidato. Una prueba que, a pesar de los muchos mitos
acerca de la posibilidad de engañar al evaluador, “es muy fiable, ya que es
prácticamente imposible modificar nuestra escritura conscientemente sin que un
grafólogo experto se de cuenta”, argumenta esta grafóloga. Por esa razón, el
análisis de la escritura sirve en muchos casos para descartar a candidatos cuya
letra destape “falta de integridad personal o un perfil inestable y
deshonesto”.
La tecnológica también ha irrumpido en las entrevistas
de trabajo. La presencia ha dejado de ser imprescindible, ya que ahora el mejor
candidato puede encontrarse a miles de kilómetros. Proliferan las entrevistas a
través de Skype u otros sistemas similares. Los candidatos no son ajenos a esta
realidad y tratan de adaptarse. Laura Alió, directora de Recursos Humanos de
AUDALIA Lumesse, indica que “una persona que no se sienta cómoda hablándole a
una cámara web probablemente demostrará menos habilidades que otra que sí esté
habituada a manejarse en ese entorno. En una videoconferencia con un reclutador
hay que ser capaz de sintetizar la información en pocos minutos, hay que ir a
lo nuclear”.
Por su parte, Mariana Spata, responsable nacional de
Negocio de Hays, recalca que “la tecnología permite ofrecer al cliente un
abanico más completo de alternativas”. Aunque, puntualiza, “lo ideal sigue
siendo ver a la persona cara a cara. Hay aspectos de la gesticulación que se
pierden a través de una pantalla, y por esa razón casi nunca se toman
decisiones basadas solamente en entrevistas virtuales”.
Si hay alguien acostumbrado
a exprimir al máximo sus recursos para encontrar al candidato ideal allá donde
se encuentre, esos son los cazatalentos. En los últimos años las redes sociales
les han facilitado el trabajo, aunque no siempre los mejores perfiles se
encuentran en Internet. Arancha Ruiz, directora de Headhunter & Talentist,
desvela en su libro Qué busca el
headhunter algunos de los trucos de la profesión. “Si, por
ejemplo, necesito a una persona para llevar a cabo la transformación digital de
una empresa, puedo indagar acerca de qué otras compañías han completado un
proceso similar con éxito y averiguar quiénes fueron los profesionales que lo
lideraron”, comenta. Una labor detectivesca que requiere mucha planificación y,
en ocasiones, ciertas licencias, como “llamar a la empresa investigada bajo una
identidad simulada o con un pretexto falso, para obtener ese nombre”, revela.
Quizá esos métodos hagan recelar al candidato. Por eso la siguiente labor
consiste en hacerle ver que la persona que tiene en frente es su aliado, no su
enemigo.
En muchos de los procesos de selección se están
incorporando modelos de juego que, sin dejar de poner el foco en la medición de
competencias y capacidades, permiten una aproximación más amigable al candidato
y generan una mejor experiencia de usuario. En algunas empresas van todavía más
lejos en la orientación vivencial que dan a sus procesos selectivos. Es el caso
de la consultora de diseño estratégico Soulsight, que no duda en someter a sus
aspirantes a fuego real. “A muchos de nuestros empleados los conocemos porque
acuden a alguno de nuestros eventos y se interesan por la empresa. A los que
vemos con potencial les invitamos a participar en talleres o en colaboraciones
con nuestros clientes, y allí observamos sobre el terreno cómo se relacionan e
interactúan, si son capaces de empatizar y trabajar en equipo, cualidades que
forman parte de nuestra cultura y que son difíciles de medir en una
entrevista”, señala su fundadora Carmen Bustos.
Alberto Blanco, director general de Grupo Actual,
destaca la inclusión de la esfera personal del candidato a los procesos de
evaluación como uno de los retos de la selección de los próximos años. “Las
nuevas generaciones ya no sienten el ámbito personal como separado del
profesional. Sus gustos, sus inquietudes y cómo esos aspectos influyen en el
modo en que despliegan su talento, tanto dentro como fuera de la empresa, son
factores que adquieren cada vez mayor peso. Si la evaluación sigue fijándose en
los comportamientos relevantes para el puesto, ignorando esos otros rasgos, te
estás perdiendo la mitad de la foto”. Según Blanco, esta es una información
clave, por ejemplo, para saber si esa persona encajará en la cultura de la
empresa.
Noticia original de:
http://economia.elpais.com/economia/2016/04/21/actualidad/1461251622_060829.html
JOSÉ CARLOS PÉREZ DURÁN
ResponderEliminarMe parece interesante la figura del cazatalentos o "headhunters" en su vertiente teórica. En el seno de las organizaciones profesionales, creo que responde a la concepción renovada de la dirección de los Recursos Humanos. Hoy día se buscan perfiles versátiles y eficientes, gente brillante, que no se encasillen en un puesto de trabajo predeterminado, más bien que haga de la flexibilidad una virtud. Los talentos han de ser inversiones de la empresa.
Esta figura ya reconocible en los últimos años, según información leída de varios medios, ha crecido un 15%. En mi opinión esta figura se ha institucionalizado, pero como dice el artículo, desde tiempos lejanos siempre ha existido, de una manera u otra. Hoy día, esta figura de manera no institucionalizada sigue ocupando un papel fundamental en nuestro sistema laboral. Gran parte de la población que comienza a trabajar lo hace recomendado por alguien, que sin tener el status de cazatalentos, apuesta o hace apostar por el nuevo activo de la empresa. La fuerza de lo que comúnmente se conoce como "padrino" sigue teniendo influencia, al menos en el entorno laboral que me rodea, teniendo incluso más fuerza que el currículum o la experiencia. Y es que ya lo dice el refrán: "Quien no tiene padrino, no se casa".