¿Hasta qué punto podemos considerar beneficioso
el principio de descentralización? Es verdad que la
descentralización acompaña al principio de eficacia. Esto es, teóricamente, el
principio de descentralización da lugar a que la función pública se desarrolle
de manera eficaz. Sin embargo, la realidad es muy distinta. La Administración
se va haciendo cada vez más grande y más compleja, económicamente se hace
insostenible y se abusa de la capacidad para crear nuevos organismos (los
llamados organismos instrumentales, por ejemplo). Se han olvidado que un
elemento fundamental de la eficacia es la celeridad, ausente a día de hoy.
Es una realidad el hecho de que cada vez que un
ciudadano tiene que realizar cualquier trámite con la Administración ''se
tire de los pelos''. De hecho, lo que ocurre normalmente es que cuando
hablas con el funcionario de turno, éste te explica que no es a él a quien
compete el presente trámite. Nos enviará a otro organismo o departamento, de
éste a otro, y de aquel a otro diferente, y así hasta que logremos dar con el
adecuado. Se hace insoportable el hecho de consultar algo a la Administración o
realizar cualquier ''papeleo''. Eso no es eficacia. La realidad es que la
descentralización no lleva de la mano a la eficacia, aunque teóricamente se
diga lo contrario.
La
descentralización administrativa da lugar a la creación de una gran cantidad de
puestos de trabajo. Sin embargo, debido al gran número de organismos
administrativos existentes y a pesar del ingente volumen de trabajo que tiene
la Administración, nos encontramos con la increíble situación de que muchos de
estos organismos se han creado sin necesidad.
Por otro lado,
sería de gran interés analizar la situación minuciosamente. De esta manera
llegaríamos a una conclusión inmediata: el enchufismo
característico de la administración ha encontrado vía libre en los
organismos instrumentales. Asimismo, vemos como muchos de los trabajadores
contratados en ellos están mano sobre
mano esperando a que la administración de la que dependen les mande algo
para hacer o algo a lo que dedicarse.
Al observar
estos problemas entendemos que es grave la situación, y no solo eso, sino que
cada vez está más latente la llamada duplicidad administrativa.
Así, se me
ocurren dos efectos importantes que hay que nombrar. Estos son:
1.
La desmotivación producida a los trabajadores a
raíz de la inexistencia de trabajo al que dedicarse.
2.
El gasto público que supone el mantenimiento
tanto de los trabajadores como de las infraestructuras destinadas a estos
organismos.
Bajo mi punto de
vista, la descentralización ha superado los límites convirtiendo a la
Administración en ineficaz, provocando un gasto público inimaginable e
innecesario, provocando situaciones que frustran y desmotivan a los
trabajadores y dando lugar a una exagerada burocratización que elimina, así, cualquier
atisbo de celeridad y, consecuentemente, una disminución del correcto ejercicio
de los derechos del ciudadano. Entonces, ¿cuál es el sentido de esta
descentralización? O, aún mejor, ¿cuál es la solución?
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