Reflexión personal realizada por María Dolores Cabello Cabello.
Son numerosas las pruebas que cualquier persona debe superar
cuando de acceder a un trabajo se trata. Es innegable que las rondas de
entrevistas y los test de aptitud y actitud que quien va a contratar establece están
orientadas a conocer las habilidades del individuo al que van a dar trabajo.
Pero todo este interés por el trabajador que el área de
recursos humanos de una empresa muestra en los procesos de selección se va
desvaneciendo poco a poco una vez que el trabajo ha sido conseguido.
A poco que una empresa tiene cierta envergadura, las barreras
que se establecen entre el área de recursos humanos de la misma y los empleados
llevan a una relación bastante fría entre las partes. Los empleados prefieren
pasar desapercibidos ante esta área, de la cual parece que solo pueden recibir
noticias del tipo renovación de contratos o despidos. Son habituales las
conversaciones en los cafés en los que se habla del personal de recursos
humanos como una élite metida en una burbuja ajena a lo que ocurre en la
empresa.
Por otro lado, para el área de recursos humanos, el volumen
de personas puede hacer imposible el conocimiento de la situación laboral de
cada trabajador: si está a gusto en su puesto, si tiene inquietudes nuevas para
desempeñar otra tarea o incluso cualquier problema que tenga que pueda afectar al
trabajo, como puede ser una complicada situación familiar. Puede darse el caso
que el área de recursos humanos de una empresa solo sea capaz de evaluar la situación de una persona en la empresa
a través de índices que señalen la cantidad de trabajo que alguien saque
adelante, del número de consultas que cierre o de cumplimiento de horarios,
todos ellos atendiendo exclusivamente a una manera fácil de medir el
rendimiento. No es muy frecuente el contacto telefónico con los empleados,
dando la impresión de ser un sector aislado de la empresa.
En este punto, nos situamos en un círculo vicioso del que se
antoja complicado salir. Allí donde se supone que el trato personal debe ser más
acusado, encontramos una relación cada vez menos humana, en la que, por un
lado, parece estar mal visto estar relacionado con el área de recursos humanos
de la empresa, y por otro, las personas son evaluadas como números.
En definitiva, en las grandes empresas se puede observar a
menudo un gran muro entre el área de recursos humanos y los trabajadores; tal así
que por la envergadura de aquellas los trabajadores solos son valorados por su
productividad y beneficios, y no como el recurso significativo que
verdaderamente representan.
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