Todas las teorías que hemos ido viendo a lo largo del tema 5
pueden resultar muy interesantes y útiles tanto a la hora de saber qué es lo
que motiva a los empleados (teorías de contenido) como para saber qué ocurre en
la mente de los seres humanos y qué factores son determinantes de la conducta
(teorías de proceso).
Sin embargo, y por desgracia, parece ser que en el ámbito de
la Administración Pública este tipo de teorías unidas con las estrategias
externas e internas no son muy tenidas en cuenta.
Basta aludir a la corrupción, de la que se ha
hablado en numerosas ocasiones en este blog y preguntarnos ¿Un empleado que
llega tarde todos los días a su trabajo está motivado? ¿Dónde está presente la
motivación en aquellas unidades en las que impera la ley del mínimo esfuerzo?
¿Por qué un empleado público no encuentra satisfacción en el hecho de luchar
por los objetivos de su organización? …
Hay gente que piensa que la solución a todos estos problemas
está en privatizar lo público. No lo creo así. Aunque hoy en día se piensa que
la seguridad económica que aporta la Administración cuando se entra en ella a
trabajar como funcionario de carrera, es lo que hace que los empleados no
luchen ni se esfuercen al máximo para seguir en su puesto de trabajo, esto no
debería ser así.
Ya sabemos que la solución está en la existencia de leyes
fuertes y órganos de control que actúen debidamente.
Pero aparte de estas soluciones, que ya todos conocemos,
volviendo al tema de la motivación, considero que la misma también puede
servirnos de gran ayuda a la hora de enfrentarnos a este tipo de problemas. Ocurre, sin embargo, como se ha dicho, que no se le presta mucha importancia en el ámbito de las Administraciones Públicas.
Por poner un ejemplo, uno de los casos en los que podría
motivarse a los empleados y no se hace es en el tema de los ascensos que se
producen por antigüedad y no por el buen rendimiento en el trabajo. Así un
empleado no puede estar motivado en realizar bien su trabajo. Si estos ascensos
se produjesen por el buen desempeño de su labor, aumentaría la productividad.
Como conclusión podemos extraer que si la administración
verdaderamente emprendiese una buena estrategia de motivación los empleados
responderían como es necesario de manera que trabajarían mucho más estimulados
logrando de una manera más efectiva conseguir los objetivos de la organización
en la que están insertos, hecho que repercutiría positivamente en la sociedad.
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