martes, 23 de abril de 2013

El liderazgo ideal en la Administración Pública

La elevada complejidad de la sociedad actual unida a un contexto marcado por la crisis económica presenta un escenario con elevada demanda de liderazgo en los diferentes ámbitos público, empresarial o social. Aunque abordar el concepto de liderazgo en lo público no es fácil, la Administración, como elemento clave en la provisión de valor público y bienestar social, también demanda líderes y equipos capaces de emprender procesos de reforma.

Mirando a la cúpula de las organizaciones públicas encontramos que los incentivos que encuentran los políticos para priorizar una reforma en el ámbito administrativo son muy débiles, especialmente porque su éxito es remoto en tiempo y posibilidades y la valoración del ciudadano va a ser muy baja cuando no nula.

De esta forma podríamos pensar en líderes en forma de directivos "ideales" que serían aquellos capaces de aglutinar al máximo nivel tres capacidades: formulación y diseño de políticas públicas, gestión interna para poner la maquinaria administrativa en marcha y consecución de un entorno que autorice, apoye, tolere o favorezca la implantación de la estrategia definida.

Por otra parte, las organizaciones en general, y las públicas en particular, están sometidas en estos tiempos a varios efectos concurrentes. Por una parte, el creciente valor de las personas y la proliferación de redes tenderán a deslocalizar el conocimiento y el poder. Por otra, se plantean nuevas demandas en el capítulo de las habilidades: escuchar, convencer, conversar, interactuar, cohesionar, ejemplificar, transparencia, inquietud y curiosidad permanente.

Es obvio que aglutinar en una o pocas personas todo lo anterior es un ideal que está lejos de existir. Podríamos, sin embargo, hablar de un óptimo en forma de liderazgo compartido y distribuido entre las diferentes personas que componen los equipos políticos y profesionales: líderes maestros, capaces de inculcar y fomentar la predisposición para que todos sepan qué aportar en un proyecto determinado; líderes que escuchen y generen cauces adecuados para la gestión del conocimiento como vía para estimular el aprendizaje organizativo; líderes que puedan producir micro-innovaciones en pequeñas actividades del día a día al servicio de los ciudadanos.

Líderes, a todos los niveles, capaces de llevarnos hacia una Administración pública inteligente en la sociedad del riesgo y del conocimiento que marca este comienzo del siglo XXI.


Propuesta por Ana María Macho Verdugo.

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