¿Qué entendemos por “poder”?
Hoy en día, aún no se ha llegado
a una definición unánime del término “poder”, existen controversias en su
concepción, debido a este contratiempo vamos a definir el poder desde varios
puntos de vista, acotándonos a lo siguiente:
Lo primero a señalar es la teoría
de Kotter, que define el poder como; “una medida del potencial que tiene una
persona para conseguir que los demás hagan lo que ella desea, a la vez que
evita verse obligado por otros a hacer lo que no quiere hacer”. Claro ejemplo
de esta definición lo podemos encontrar
en el día a día en una de las oficinas de la Administración Pública; el jefe de la oficina sobre sus subordinados.
Siguiendo otra tendencia de definiciones,
que entienden el poder como una acción, es decir, en términos de uso o movilización
de unos medios con la finalidad de alcanzar determinados resultados. Como ejemplificación
de esto podemos citar las multas de tráfico. La administración despliega una
serie de medidas o medios para garantizar que las infracciones en la carretera
sean captadas, ya sea mediante radares, coches, cámaras de vigilancia, etc.
También existe una última
tendencia que define el “poder” por sus logros, aquí se ve el poder una vez
alcanzados los resultados. Su ejemplificación la podemos obtener de la mano de
los políticos, ofreciendo una mayor retribución o “regalos” a personas de su
entorno para alcanzar los objetivos que él mismo se ha propuesto alcanzar, o
simplemente alcanzan sus fines “por ser quienes son”; así podemos citar el caso
de Iñaqui Urdargarin, que por ser el yerno del Rey abusó de su poder para
obtener un lucro excesivo que de otra forma sería difícil de que lo hubiera
conseguido.
Dejando aparte estas tres
teorías, mi opinión sobre qué es el poder se basa en los actuales problemas
existentes en base al abuso que se hace del mismo. La actualidad hace que poco
a poco los ciudadanos dejen de creer en el poder de la administración, aunque también
es cierto que existen ámbitos en los que el poder funciona correctamente,
siendo éstos los menos.
Hay que tener mucho cuidado a la
hora de usar los impuestos que contribuyen a la función pública, es decir, al
dinero inyectado en la administración por los ciudadanos y al abuso de poder, con
esto podríamos hablar de la corrupción dentro de los partidos políticos más
potenciales en nuestro país, el caso de Bárcenas, caso Noos, caso Gao Ping,
caso en el que muere un hombre por reventársele la vena aorta debido a los
recortes, por no existir personal suficiente en materia de sanidad pública,
caso Malaya,… todo esto provoca estrés, incertidumbre y miedo en la población,
y un retroceso en pleno siglo XXI, en comparación con otras potencias europeas.
Creo que nuestra Administración
necesita urgentemente “aire limpio”, una gran reforma en su estructura.
Podemos decir que los cargos de
poder dentro de la administración que necesitan de la confianza de su personal,
son abordados con términos políticos en vez de tener en cuenta la capacidad para el
cargo o méritos para ostentar el mismo, por ejemplo.
Todo esto para seguir diciendo
que, para que un país funcione correctamente su administración debe ejercer una
ejemplar gestión administrativa. Esto sin duda corre de cuenta del personal a
su servicio, para ello se necesita una correcta cualificación académica, que no
se duda que la tengan, aunque a veces se ascienda más por puro “enchufismo” que
por logros propios. Por eso es necesario que la labor de los funcionarios se
haga de forma honesta y adecuada a la Ley vigente; si esto fuera así tendríamos
una gran administración pública eficaz, eficiente y limpia. Aquí podemos hacer
mención de la cita “el poder corrompe”.
Ahora reflexionemos: ¿Creen ustedes que podremos
llegar a conseguir el tipo de administración que la población española desea? ¿Sin
lucros para sí mismos? ¿Teniendo como objetivo principal el bienestar general
de la población?
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