El
problema del mal uso del poder en las empresas e instituciones no se
arregla solo con medidas de Buen Gobierno corporativo.
Indudablemente, éstas van a ayudar a paliar el problema pero el
esfuerzo sería incompleto si no se actúa en el lado más “humano”
del programa: en la calidad del liderazgo. Necesitamos
directivos con mejores cabezas y mejores corazones para que
se dé la revolución ética que todos deseamos.
La
neurociencia es la gran esperanza del futuro para lograr que
las cosas vayan definitivamente a mejor. Esperamos que esta ciencia
nos aporte más conocimiento para entender mejor los procesos
neuronales de toma de decisiones y los factores que hacen que
las personas entren en procesos involutivos o en procesos de mejora
del funcionamiento de su cabeza y corazón.
Confiamos
en que con los nuevos conocimientos de la neurociencia se puedan
hacer mejores predicciones sobre la conducta futura de las personas.
De esa forma, será más fácil evitar personalidades con
disfuncionalidades “éticas”, e impedir muchos
trastornos de conducta que hoy en día están motivados por factores
exógenos y por la falta de herramientas personales para
gestionarlos. La sociedad se transformará en positivo conforme se
den más pasos en el conocimiento del cerebro.
Hasta
que llegue ese momento, nos toca trabajar con las herramientas que
tenemos. La tarea es mejorar las capacidades de los
directivos para que logren un cambio positivo a su alrededor. Eso es
liderazgo del bueno. Si al Buen Gobierno corporativo se le
suma un buen liderazgo el resultado es muy esperanzadorpara las
empresas y para la sociedad.
Las
claves que hacen un buen líder
Un
buen liderazgo se hace notar cuando genera cambios positivos en
cuatro ámbitos: en uno mismo, en las relaciones con otros, en la
funcionalidad de los equipos en los que se trabaja, y en las
instituciones en las que se influye. Los cambios positivos en esos
cuatro ámbitos se fundamentan a la vez en los frutos de del
liderazgo al que nos referimos, que son: más integridad personal,
más capacidad de generar complicidad con otros, más cohesión de
equipos y más prestigio tanto personal como institucional.
Cambio
positivo y liderazgo es lo mismo. ¿Cómo se puede crear un
cambio positivo en el ámbito de uno mismo? ¿Cuáles son
las claves del liderazgo personal?
Creemos
que la respuesta está en la conjunción de tres elementos básicos:
un deseo fuerte de hacer realidad ese cambio positivo; un
conocimiento renovado sobre la situación de partida y sobre las
palancas de cambio disponibles; y una repetición de acciones y
pensamientos positivos suficientemente extensa como para conseguir
que se generen nuevas conexiones neuronales estables, nuevos hábitos.
El
cambio positivo requiere energía ya que supone vencer
resistencias. Sin energía positiva no hay cambio positivo.
Con energía personal hay una alta probabilidad de cambio, de buen
liderazgo.
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