Propuesta por: Macarena Dúctor Pacheco.
La
comunicación es “aquel proceso mediante el cual se ponen en común o
intercambian estados subjetivos, ya sean ideas, sentimientos o creencias”. En
el ámbito organizativo, trata de estimular las actuaciones de los trabajadores con
objeto de lograr las metas y objetivos establecidos.
La
Administración pública es una estructura rígida y jerarquizada, cuyos
procedimientos se llevan a cabo de un modo formal. Debido al principio de
legalidad, aquélla no puede actuar libremente, conforme a su voluntad, sino que
para operar debe existir una ley previa que le habilite a ello.
Lo expuesto rige
dentro de la estructura de la propia Administración Pública, y para hacerlo
efectivo, ésta cuenta con una serie de procedimientos que debe adoptar para materializar todos los trámites que lleva a cabo, tanto internos como
externos. Dicha rigidez recae sobre la existencia del Estado de Derecho, que
trata de asegurar una Administración imparcial y objetiva.
Tradicionalmente,
el proceso comunicativo de las organizaciones públicas ha estado presidido por
el énfasis especial en la comunicación formal, una comunicación por escrito,
puesto que debe quedar constancia de las actuaciones que llevan a cabo los gestores
públicos en el ámbito de sus competencias, descartando así la posibilidad de
uso de mecanismos de comunicación informales.
Todo ello, influye
en la celeridad de los procedimientos
administrativos. La necesidad de adecuarse a una serie de normas, trae como
consecuencia la lentitud que tanto caracteriza a la Administración que
conocemos.
Asimismo, las
técnicas tradicionales favorecen el empleo de un sistema unidireccional, de
modo que no existe una comunicación entre homólogos, sino que podemos observar
la preponderancia de la comunicación vertical. Por otro lado, destacar la inclinación
de la Administración Pública a evitar sistemas de comunicación con los destinatarios
de sus servicios: los administrados.
No obstante, en
los últimos años, la comunicación de los organismos públicos, tanto externa
como interna, ha mejorado mediante la adopción de una serie de iniciativas
entre las que podemos destacar: reuniones; encuentros departamentales o
convenciones generales, lo que fomenta la comunicación horizontal, reduciendo
el predominio de la comunicación vertical; apertura de buzones de quejas y sugerencias,
que han permitido una comunicación entre administración y ciudadanos, permitiendo
poner en conocimiento de los organismos públicos las posibles deficiencias de
su sistema, con la finalidad de mejorarlo; atención presencial o telefónica;
uso de tecnologías de la información y la comunicación, lo que ha traído como
consecuencia una mayor agilidad de la administración y, por lo tanto, una mayor
eficiencia en su trabajo.
En conclusión,
hemos sido conscientes de una evolución de la Administración Pública en los
últimos años, que ha mermado aquel concepto de organización rígida y
jerarquizada, aportándole una mayor flexibilidad y agilidad, y extendiendo su
comunicación a los destinatarios de sus funciones: los administrados.
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