En anteriores
publicaciones he tratado el tema del liderazgo y de la motivación y la
incidencia de ambos en una organización. Aparte de estos aspectos, en una organización
repercuten múltiples factores como el de la formación de los trabajadores, pero
además de éstos que se relacionan tanto con el trabajador como con la dirección,
hay otros aspectos cuya mejora y calidad no están en manos de los trabajadores.
Se exige de éstos una formación, una actitud positiva frente a la empresa pero
no sólo la consecución de estos aspectos propician la buena marcha de la vida
de la organización. En la mayoría de las ocasiones la creatividad, actitud
positiva, responsabilidad o compromiso precisan de cambios y mejoras en el entorno
de trabajo, cosa que compete principalmente a la dirección y no al trabajador. Los
trabajadores son los portadores de competencia y talento pero necesitan que se
les propicie el entorno adecuado para extrapolarlos.
Por lo tanto
el buen funcionamiento se debe a una constante interactuación entre
trabajadores y la dirección, es una labor conjunta. De hecho opino que la primera
labor de la empresa es seleccionar mediante el proceso adecuado al trabajador
que precise la organización en atención de su experiencia, estudio y demás, y
una vez que se ha determinado que efectivamente ese trabajador tiene las
condiciones óptimas para el puesto, procurar crear un ambiente, funcionamiento
y estructuración en la empresa que permita al trabajador demostrar sus conocimientos
y adquirir unos nuevos cumpliendo así con los objetivos y razones para las que
se le contrató. Esta idea parece evidente, el hecho de que es necesaria la
labor conjunta de dirección y subordinados en una empresa, pero es común cómo
la falta o limitación de los trabajadores repercute negativamente en la organización.
Teresa Fernández- Mensaque Santos
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