Realizada
por: GRIMA CAMACHO, ALEJANDRO
“No
lo soporto”, “no lo aguanto”, “es imposible trabajar con él”, ¿Nos son
familiares estas frases? Las mismas forman parte del paisaje acústico cuando
nos encontramos en cualquier rincón de la vía pública, así como si estamos en
compañía de algún conocido que aprovecha nuestra presencia para desahogarse.
Las tensiones son propias de toda actividad laboral, los conflictos se suceden
entre compañeros de trabajo por diferentes motivos: horarios, turnos, permisos
de descanso o simples diferencias personales a la hora de abordar un trabajo. Estas
tensiones se producen en cualquier centro de trabajo, incluyendo a la propia Administración
Pública. Es en este último ámbito donde vamos a centrarnos para intentar
desgranar la realidad que se esconde tras una situación conflictiva en el seno
de cualquier entidad pública.
Un
empleado público puede enfrentarse con un compañero por múltiples
circunstancias, generando, en mayor o menor medida, situaciones que pueden
llegar incluso a incidir en el propio rendimiento del trabajador. Ante esta
realidad, su atención puede estar centrada en otros asuntos a la hora de llevar
a cabo su cometido, dando lugar a desviaciones en el correcto proceder de sus
funciones: documentos situados en otro lugar, trámites mal conducidos, olvidos,
“malas caras” a los ciudadanos… sin obviar aquello que prefiere no acometer
para evitar dirigirse a la otra parte en el conflicto. Con ello, estamos
capacitados para percatarnos de que una simple situación de tensión entre
empleados de la Administración Pública adquiere unas dimensiones superiores que
si estallara en cualquier otro tipo de entidad empresarial. No olvidemos que en
las manos de los funcionarios y el resto de empleados públicos se encuentran
los intereses de todos los ciudadanos situados en el ámbito de competencia de
la organización pública. Tensiones entre compañeros de trabajo que pueden
situarse en el seno de un Ayuntamiento o una Diputación (con el probable
perjuicio para los ciudadanos en cuestión) o incluso en el interior de un Centro
público de Enseñanza, llegando incluso a provocar un efecto negativo en la educación
de los alumnos o en el trato a sus respectivos tutores.
Un
panorama si cabe más oscuro se vislumbra cuando el conflicto surge entre
responsables y empleados. Los motivos pueden ser varios: reducción de
plantillas, salarios, condiciones de trabajo, etc. Como ya hemos manifestado
con anterioridad, al atravesar el ámbito de lo público, la dimensión es mucho
mayor. Por citar un ejemplo, la huelga de basuras en la capital de España que a
finales del pasado año centró las informaciones de los medios de comunicación de
todo el mundo, situación que no sólo es perjudicial para la imagen de nuestro
país en el exterior sino que es raíz de eventuales focos de insalubridad, que
podrían afectar a la salud de la
ciudadanía madrileña así como a la del amplio número de visitantes que en
dichos días visitaban Madrid. En la propia capital han padecido recientemente
paros en el servicio de Metro o en el de autobuses, con la consiguiente
repercusión en el funcionamiento de la vida madrileña dependiente de dichos
servicios. De nuevo en el sector de la limpieza, en Sevilla vivíamos una
situación similar con la huelga del pasado año en Lipasam, siendo visibles los
efectos de la huelga, que dejaron imágenes de restos amontonados por nuestras
calles. En la Comunidad Valenciana se
produjo otra incómoda situación con la problemática surgida alrededor de la
decisión del cierre de la Radio Televisión Valenciana con el principal
inconveniente situado en la pérdida de empleo de numerosos trabajadores pero
con el cierre de un medio de información y entretenimiento de numerosas
personas como telón de fondo. Todo ello por no mencionar las innumerables
consecuencias que conlleva una huelga general.
La balanza se encuentra sobre la mesa, la
cuerda se tensa entre compañeros de trabajo enfrentados o bien, adquiriendo una
nueva dimensión, alcanzando a responsables con trabajadores. En este último
caso, encontramos por un lado a la Administración Pública, deseosa en los
tiempos que corren de ahorrar hasta el último euro debido a la acuciante crisis
económica que se cierne sobre nuestro país. Por otro lado, la continuidad en el
empleo de numerosas personas, así como del mantenimiento de las condiciones en
el mismo. En el fondo, millones de personas que pueden ver alterado su ritmo
habitual de vida, llegando incluso a ver afectadas sus necesidades básicas. Ante
situaciones como las descritas, la solución está en manos de las partes en el
conflicto. Su tarea debe ser la de alcanzar un acuerdo que permita que tanto
unos como otros se sientan satisfechos, reconocidos y valorados, sintiéndose
capacitados para alcanzar sus objetivos con la solución tomada. Si finalmente
se consigue, seremos numerosos los ciudadanos que debamos felicitarnos, por la
propia Administración, los trabajadores implicados y por nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.