En los momentos que atravesamos, me parece
realmente interesante reflexionar sobre la corrupción, y más concretamente,
sobre la corrupción política, entendida como la más clara manifestación
de ausencia de ética pública.
Es bochornoso que el país en el que vivimos se
conozca en el resto del mundo por figuras como la corrupción y que no se haga
nada al respecto. De la larga lista de tramas de corrupción política en España podemos
destacar el “CASO MALAYA”, “CASO
BÁRCENAS” o “CASO NÓOS” entre otros.
Según la última encuesta del
CIS, hecha pública a principios de enero, recoge que los políticos, la
corrupción y el fraude son los aspectos que más preocupan a los ciudadanos
españoles, muy por delante de asuntos como la Sanidad, la Educación o la
Justicia. Estos datos deberían de preocupar y hacer reflexionar.
Cada vez es más frecuente que los políticos asciendan
al poder simplemente para lucrarse ellos
mismos, dejando olvidado su fin primordial consistente en satisfacer los intereses de la ciudadanía, recogido en
el artículo 103 C.E. Debido a ello, hemos llegado a tal punto en el que a los
políticos no les importa traicionar la confianza que los ciudadanos depositan
en ellos. Todo esto trae consigo desprestigio de la democracia y desconfianza ciudadana
en sus gobernantes.
A raíz de lo anterior, podemos decir que la corrupción se ha convertido
en un fenómeno arraigado a la sociedad, que se transmite de generación en
generación, el cual impide el crecimiento del país.
Hay que tener claro que para
hacer frente a la corrupción política se debe llevar a cabo una lucha permanente, pero
¿qué medidas se pueden adoptar para erradicar este fenómeno? desde mi punto de
vista, pienso que erradicar la corrupción política hoy por hoy es imposible o
bastante difícil, ya que supondría principalmente insertar un cambio en la
mentalidad o perspectiva de la sociedad. La corrupción es un fenómeno que está
tan arraigado a nuestra sociedad que siempre existirá el pensamiento de “si él estando en el poder lo ha hecho, ¿por
qué no me voy a beneficiar yo?”
Sin embargo, sí creo que es
necesario adoptar medidas que pongan freno y disminuyan la corrupción política,
es decir, debemos de comenzar poco a poco la tarea de terminar con la misma.
¿Cuáles son estas posibles medidas? En primer lugar, hay que concienciar a la
población de valores morales como la decencia, la honradez y el
servicio público desde los primeros niveles de educación e implantar desde
edades tempranas que se trata de actos inmorales que conllevan una serie de
consecuencias. Por supuesto, hay que aumentar los mecanismos de control de la
gestión pública estableciendo mayores consecuencias jurídicas para los
infractores, al igual que establecer una
supervisión y transparencia apropiadas. También, es necesaria una
democratización de todas las instituciones al mismo tiempo que una
participación directa de los ciudadanos en la toma de decisiones, ya que las
mismas repercuten en ellos.
Por último, quiero
terminar planteando una pregunta ¿seguiremos tolerando la corrupción dando
lugar a la descomposición de la democracia o, por el contrario, se hará
frente a ella para atender a los intereses generales? Pues la respuesta está
por ver.
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