domingo, 20 de abril de 2014

Bloque 2. Reflexión Personal: Motivación y Liderazgo

Con ocasión del estudio de las lecciones 5 y 6 relativas a la motivación y liderazgo, he llegado a varias conclusiones que me gustaría compartir.
Aunque la materia relativa a los Recursos Humanos tiene notable relevancia desde décadas atrás, es en estos últimos años, cuando las organizaciones han reparado en la verdadera importancia de esta rama.
La crisis económica junto con otros fenómenos, como el de la globalización, han provocado cambios en el conjunto de la población y en todos sus organismos.
Algunos autores describen la realidad actual usando un símil con la era mesozoica, la de los dinosaurios. Esta fauna habitó la Tierra hasta la caída de un meteorito que cambió drásticamente las condiciones meteorológicas del planeta. Únicamente sobrevivieron las especies que pudieron adaptarse a la nueva realidad.
Lo mismo ocurre, salvando las distancias, con nuestra sociedad, diversos factores han influido en nuestras estructuras y, o somos capaces de adaptarnos a estas nuevas circunstancias, o lamentablemente sucumbiremos ante ellas.
Es por esto, por lo que digo, que ahora más que nunca, los Recursos Humanos recobran todo su sentido y son tenidos en cuenta por todas las organizaciones como forma de canalizar las nuevas exigencias y por ende, de sobrevivir.
Sobre el liderazgo en las organizaciones, he advertido que existe cierta tendencia a la flexibilización, ya no hay tanta rigidez, las formas organizativas más autoritarias están desapareciendo.
 Las relaciones ya no son tan verticales, son mucho más horizontales. Ya no es necesaria la figura de un jefe o directivo autoritario que se dedique a emitir órdenes destinadas a ser ejecutadas por sus subordinados sin que quepa discusión alguna. Ahora, partimos de un principio de confianza en el trabajador, éste, dejará de ser una máquina productiva encasillada en un lugar y en unos horarios. El empleado, adquiere más capacidad de actuación y dispondrá de sus propios métodos para alcanzar las exigencias de la empresa. Por esta razón, la figura del jefe poco a poco se está difuminando, dando lugar a estas nuevas formas de producción.
Otro aspecto que considero clave en la desaparición de organizaciones tan jerarquizadas, es  el de la información. Actualmente, todos los trabajadores tienen al alcance de la mano, medios suficientes para obtener la información y formación  que necesitan para desplegar un buen nivel de ejecución, ya no se requiere de un líder que lleve a cabo estas actividades de gestión. Ahora, los trabajadores somos capaces de autoorganizarnos y la figura del jefe se hace prescindible. Incluso, se está produciendo un cambio en la terminología que empleamos, ya no hablamos de órdenes y directrices de superiores sino de colaboración y coordinación entre empleados.
Ni que decir tiene que, la administración, también se ha visto afectada por todos estos cambios y que, aunque en menor medida, también ha impulsado cambios en su forma de organización, ya no solo porque con éstos se asegura una mayor productividad, sino porque, todo lo que sea eliminar eslabones de la cadena jerárquica, favorece a un mayor ahorro económico.
 El problema existente en las administraciones, a mi parecer, es que aun rigen principios obsoletos entre sus trabajadores, por poner un ejemplo, el de la inamovilidad de la clase funcionarial. Estoy de acuerdo en el hecho de que una persona que obtiene su puesto por mérito y capacidad, tiene que tener determinadas garantías a la hora de conservar su puesto, pero estas garantías no pueden ser absolutas. Dicho de otra forma, los funcionarios deberían tener garantizado su puesto en la medida en que su desempeño alcanza el nivel de ejecución adecuado y es imprescindible para el buen hacer de la administración.
Algunos funcionarios, no todos, se muestran despreocupados por el rendimiento que ofrecen porque no ven peligrar su puesto de trabajo, hagan lo que hagan su recompensa será la misma, incluso mayor (por esto de las retribuciones por antigüedad). Esto produce que la motivación sea menor, lo que a su vez influye negativamente en la productividad alcanzada.
En mi opinión, es aquí donde reside la justificación del cambio de modelo organizativo por el que se están decantando cada vez más empresas.
Cuando un superior ordena a sus empleados que realicen una determinada actuación sin más, los trabajadores cumplirán con su cometido con mayor o menor acierto y no tendrán mucha más motivación que la pecuniaria. En cambio, si las organizaciones aprenden a valorar a sus empleados como un activo importante y entregan cierto nivel de autonomía para que alcancen los objetivos trazados, esto influirá directamente en el ánimo de los trabajadores, serán más felices, estarán más motivados, cuidarán más de las empresas en las que prestan sus servicios y se llegará a organizaciones más eficaces y eficientes frente a otras que sigan ancladas en sistemas más autoritarios.
En conclusión, el activo más importante de todas las organizaciones, empresas o estructuras de esta índole son los empleados. Es de vital importancia hacerlos sentir parte de la empresa y condicionar un gran porcentaje de su salario a los objetivos conseguidos. De este modo, la motivación siempre sea la adecuada, lo que repercutirá en un mayor nivel de esfuerzo y productividad por parte del empleado y a su vez producirá una ventaja competitiva frente a otras empresas que no hayan abandonado formas más verticales.


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