Con ocasión del estudio de las lecciones 5 y 6
relativas a la motivación y liderazgo, he llegado a varias conclusiones que me gustaría
compartir.
Aunque la materia relativa a los Recursos Humanos
tiene notable relevancia desde décadas atrás, es en estos últimos años, cuando
las organizaciones han reparado en la verdadera importancia de esta rama.
La crisis económica junto con otros fenómenos, como
el de la globalización, han provocado cambios en el conjunto de la población y
en todos sus organismos.
Algunos autores describen la realidad actual usando
un símil con la era mesozoica, la de los dinosaurios. Esta fauna habitó la
Tierra hasta la caída de un meteorito que cambió drásticamente las condiciones
meteorológicas del planeta. Únicamente sobrevivieron las especies que pudieron
adaptarse a la nueva realidad.
Lo mismo ocurre, salvando las distancias, con
nuestra sociedad, diversos factores han influido en nuestras estructuras y, o
somos capaces de adaptarnos a estas nuevas circunstancias, o lamentablemente
sucumbiremos ante ellas.
Es por esto, por lo que digo, que ahora más que
nunca, los Recursos Humanos recobran todo su sentido y son tenidos en cuenta
por todas las organizaciones como forma de canalizar las nuevas exigencias y
por ende, de sobrevivir.
Sobre el liderazgo en las organizaciones, he
advertido que existe cierta tendencia a la flexibilización, ya no hay tanta
rigidez, las formas organizativas más autoritarias están desapareciendo.
Las
relaciones ya no son tan verticales, son mucho más horizontales. Ya no es
necesaria la figura de un jefe o directivo autoritario que se dedique a emitir
órdenes destinadas a ser ejecutadas por sus subordinados sin que quepa
discusión alguna. Ahora, partimos de un principio de confianza en el
trabajador, éste, dejará de ser una máquina productiva encasillada en un lugar
y en unos horarios. El empleado, adquiere más capacidad de actuación y dispondrá
de sus propios métodos para alcanzar las exigencias de la empresa. Por esta
razón, la figura del jefe poco a poco se está difuminando, dando lugar a estas
nuevas formas de producción.
Otro aspecto que considero clave en la desaparición
de organizaciones tan jerarquizadas, es
el de la información. Actualmente, todos los trabajadores tienen al
alcance de la mano, medios suficientes para obtener la información y
formación que necesitan para desplegar
un buen nivel de ejecución, ya no se requiere de un líder que lleve a cabo
estas actividades de gestión. Ahora, los trabajadores somos capaces de
autoorganizarnos y la figura del jefe se hace prescindible. Incluso, se está
produciendo un cambio en la terminología que empleamos, ya no hablamos de
órdenes y directrices de superiores sino de colaboración y coordinación entre
empleados.
Ni que decir tiene que, la administración, también
se ha visto afectada por todos estos cambios y que, aunque en menor medida,
también ha impulsado cambios en su forma de organización, ya no solo porque con
éstos se asegura una mayor productividad, sino porque, todo lo que sea eliminar
eslabones de la cadena jerárquica, favorece a un mayor ahorro económico.
El problema
existente en las administraciones, a mi parecer, es que aun rigen principios
obsoletos entre sus trabajadores, por poner un ejemplo, el de la inamovilidad
de la clase funcionarial. Estoy de acuerdo en el hecho de que una persona que
obtiene su puesto por mérito y capacidad, tiene que tener determinadas garantías
a la hora de conservar su puesto, pero estas garantías no pueden ser absolutas.
Dicho de otra forma, los funcionarios deberían tener garantizado su puesto en
la medida en que su desempeño alcanza el nivel de ejecución adecuado y es
imprescindible para el buen hacer de la administración.
Algunos funcionarios, no todos, se muestran
despreocupados por el rendimiento que ofrecen porque no ven peligrar su puesto
de trabajo, hagan lo que hagan su recompensa será la misma, incluso mayor (por
esto de las retribuciones por antigüedad). Esto produce que la motivación sea
menor, lo que a su vez influye negativamente en la productividad alcanzada.
En mi opinión, es aquí donde reside la justificación
del cambio de modelo organizativo por el que se están decantando cada vez más
empresas.
Cuando un superior ordena a sus empleados que
realicen una determinada actuación sin más, los trabajadores cumplirán con su
cometido con mayor o menor acierto y no tendrán mucha más motivación que la
pecuniaria. En cambio, si las organizaciones aprenden a valorar a sus empleados
como un activo importante y entregan cierto nivel de autonomía para que
alcancen los objetivos trazados, esto influirá directamente en el ánimo de los
trabajadores, serán más felices, estarán más motivados, cuidarán más de las
empresas en las que prestan sus servicios y se llegará a organizaciones más
eficaces y eficientes frente a otras que sigan ancladas en sistemas más
autoritarios.
En conclusión, el activo más importante de todas las
organizaciones, empresas o estructuras de esta índole son los empleados. Es de
vital importancia hacerlos sentir parte de la empresa y condicionar un gran
porcentaje de su salario a los objetivos conseguidos. De este modo, la
motivación siempre sea la adecuada, lo que repercutirá en un mayor nivel de
esfuerzo y productividad por parte del empleado y a su vez producirá una
ventaja competitiva frente a otras empresas que no hayan abandonado formas más
verticales.
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