Propuesta por Elena Losada Díaz 5/04/2014
Después de ver la cantidad de modelos
de liderazgo que existen me queda claro el afán
y la importancia en conseguir ser el líder perfecto en todo tipo de
contextos, pero en el caso de la Administración Pública en concreto, se hace
cuesta arriba el hecho de dirigir aplicando la perfecta estrategia que tanto
esfuerzo cuesta delimitar.
Implantar una estrategia en un
departamento que ha trabajado de la misma forma desde hace años es una tarea
más que ardua si tenemos en cuenta el miedo a lo desconocido y la no
predisposición al cambio, pues hay que asumir que somos muy cómodos en ese
sentido y nos da tirria todo lo que nos haga cambiar nuestra forma de actuar, por
mucho que no queramos verlo.
Por ello creo que debería hacerse más
hincapié en las formas de adaptar esas estrategias a la organización en sí, el
análisis de cómo introducir un cambio y la mejor forma de realizarlo para
causar las menores reticencias posibles y el mayor grado de aceptación.
Este hecho va unido a la idea de que
el líder en una Administración Pública debe tener habilidades sociales de forma
que sea posible implantar las estrategias y metas en armonía con los
trabajadores, pues tan importante es tener los conocimientos técnicos
requeridos como saber llevarlos a la práctica de manera que el trabajador vea
que su líder es capaz de realizar lo que está exigiendo a sus subordinados.
En resumen todos los modelos de
liderazgo son correctos y están muy estudiados pero en mi opinión debería
incidirse también en la forma de aplicar esos modelos en las relaciones
interpersonales porque a veces nos olvidamos que el personal con el que
tratamos son, valga la redundancia, personas, y como tales sufren, sienten y
están de acuerdo o no ante los líderes y sus decisiones.
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