Aunque es frecuente la confusión entre grupo y equipo de
trabajo hay que tener clara la diferencia entre ellos. Tal y como hemos estudiado
sabemos que todo equipo de trabajo es un grupo pero no todo grupo es un equipo
de trabajo.
Para que un grupo sea considerado un equipo de trabajo debe
reunir una serie de características relacionadas con el tamaño, organización
interna, participación de todos los componentes, buen ambiente de trabajo, etc.
También debe pasar por una serie de fases para su correcta formación: etapa de
sumisión, de contradependencia, independencia, de identificación con los otros,
de identificación personal o individual y de validación por consenso.
Hay que destacar el papel que el líder juega en estos
equipos de trabajo. En mi opinión, en este ámbito no se tienen tan en cuenta
esos rasgos que caracterizan al líder como el poder de premiar, sancionar, de
la posición jerárquica que ocupa, su
experiencia, conocimientos, habilidades,
etc., ya que éste es un miembro más del equipo, que solo hace valer su posición
en caso de que los conflictos entre los miembros del grupo no se resuelvan con
las normas de conducta establecidas. Es decir, ante todo es un miembro del
equipo y secundariamente el líder.
A pesar de que el conflicto es algo inherente a la propia
vida humana y a las organizaciones creadas por los seres humanos, pienso que si
al líder del equipo se le diera más autoridad se evitarían conflictos, ya que
habría una mejor organización (establecería unas guías a seguir por los
miembros del grupo), se reduciría la aparición de líderes informales, se
respetarían en mayor grado las normas de conducta, se trabajaría con mayor rapidez y agilidad, etc, es decir, constituiría una ventaja competitiva para la empresa. Todo esto, sin olvidar que su
actitud debe ser abierta, debe escuchar las proposiciones y sugerencias del
resto de los miembros y entre todos deben decidir que opciones son las más
adecuadas.
Por todo esto, la autoridad debe de concedérsele dentro de unos límites, ya que si se le concede mucha autoridad puede llegar a pensar que solo importa su criterio, que es el miembro más importante del equipo y que se debe hacer lo que él quiera. Además, el resto de miembros pueden llegar al punto de renunciar a guiarse por su inteligencia (es decir, obedecer sus órdenes) y guiarse por sus sentimientos y emociones (desobedeciéndole, aunque les cueste el puesto de trabajo).
Por todo esto, la autoridad debe de concedérsele dentro de unos límites, ya que si se le concede mucha autoridad puede llegar a pensar que solo importa su criterio, que es el miembro más importante del equipo y que se debe hacer lo que él quiera. Además, el resto de miembros pueden llegar al punto de renunciar a guiarse por su inteligencia (es decir, obedecer sus órdenes) y guiarse por sus sentimientos y emociones (desobedeciéndole, aunque les cueste el puesto de trabajo).
Pero también puede existir conflicto si se le da menos
autoridad de la que le corresponde porque cada miembro haría lo que estimase
conveniente sin tener en cuenta a los demás, costaría más trabajo desarrollar
los proyectos, habría más discusiones, etc.
De ahí el dicho “los extremos nunca son buenos”.
Para terminar hay que hacer referencia al gran papel que
juega la comunicación a la hora de evitar problemas y conflictos. Un buen líder
no solo tiene que limitarse a transmitir información a sus subordinados, sino
que debe buscar la manera y las palabras adecuadas para lograr el compromiso y
motivar a esas personas para que asimilen y se esfuercen al máximo para
alcanzar los objetivos de la organización.
Desde mi punto de vista, la motivación debe de ser una de las funciones principales del líder, ya que sin ella ni el grupo de trabajo ni la organización en su conjunto pueden alcanzar su cometido. Por esta razón, es fundamental que los trabajadores lo vean como una persona en la que se puede confiar, a la que se le pueden consultar dudas, problemas, propuestas de soluciones, etc. En definitiva, la elección del líder constituye una de las decisiones más importantes a tomar en las empresas y de ella, en gran parte, depende el éxito de la organización.
Desde mi punto de vista, la motivación debe de ser una de las funciones principales del líder, ya que sin ella ni el grupo de trabajo ni la organización en su conjunto pueden alcanzar su cometido. Por esta razón, es fundamental que los trabajadores lo vean como una persona en la que se puede confiar, a la que se le pueden consultar dudas, problemas, propuestas de soluciones, etc. En definitiva, la elección del líder constituye una de las decisiones más importantes a tomar en las empresas y de ella, en gran parte, depende el éxito de la organización.
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