domingo, 25 de mayo de 2014

REFLEXIÓN PERSONAL: EL POLÍTICO ¿NACE O SE HACE?

A día de hoy, aun cuando no se disponga de un blog donde reflejarlo, aun cuando no se tenga la “obligación” de hacerlo, creo y considero de persona mínimamente responsable, consecuente,  que todo aquel que vaya o no vaya a ejercer su derecho al voto debe llevar a cabo un ejercicio previo de reflexión personal que, no necesariamente ha de ser fiel reflejo de la que a continuación  procede, pero sí versar en torno al mismo tema. Y es que, tal día como hoy me es imposible plantear una reflexión relativa a otro aspecto  de la Administración Pública que no sea el de sus diligentes.

Y la primera pregunta que lanzo, aquella que continuamente se repite en mi cabeza y que ahora me aventuro a compartir, es ¿Quién fue antes, el hombre o el político? Porque no son pocas las veces que uno llega a pensar en la falta de “humanidad” que caracteriza y se repite como patrón común al de todos los políticos. Cierto es que la regla tiene sus excepciones, pero, me aventuro incluso a decir, que más cierto es que aquel político que confirma la excepción, aquel cuya labor va exclusivamente enfocada al bien común y no al suyo propio, representan una cantidad de políticos modesta respecto a la totalidad. Y es a este punto, a esta conclusión, a la que, queridísimo lector, no podemos anclarnos. No confundáis mis palabras ni malinterpretéis el sentido de las mismas, pues alcanzar tal conclusión es muestra más que evidente del previo ejercicio mental al que anteriormente aludía y consideraba de persona responsable. El problema no está en llegar a dicha conclusión, el problema radica en quedarnos en ella, agazapados, como respuesta que justifique a nuestro “dejar hacer” en todo aquello que con nuestro país tenga que ver, sin llegar nunca a dar un paso más.

Usando las palabras por las que Mariano José de Larra optó para describir a los políticos, éstos “en realidad, más tienen de artefacto que de otra cosa. No se crían, sino que se hacen, se confeccionan”  dando así respuesta a la rubrica bajo la que se estructura este texto. Y es que el político no nace sino que se hace y es que primero se es hombre y después político de modo que, aun siendo  una mínima parte, aun en los políticos debemos seguir creyendo que hay un cierto resto de “humano”.


De lo contrario, caeremos en la trampa del pesimismo, del no confiar en el ser humano, del no creer en la otra persona. Y es entonces, cuando sí podremos decir con plena certeza,  lo mal que verdaderamente va el país y el sinsentido que tiene cualquier intento por remediarlo. Pues, por mucho que a muchos pese, tenemos que confiar en el ser humano, en la bondad que, en no pocos casos, radica en lo más íntimo de cada uno, de modo que, siempre partiendo de dicha confianza, seamos responsables, cada uno en lo que a cada uno corresponde y actuemos siendo conscientes de dicha responsabilidad.

Reflexión Personal publicada por: Belén Hernández Laserna.

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