Realizada por: GRIMA CAMACHO, ALEJANDRO
“El siglo XXI llega por fin a la Administración Pública”, “la Administración abandona la Edad de
Piedra”, “se implantan innovaciones
tecnológicas en los organismos públicos”… retumbaban en mi mente estas
frases que ahora os presento, afirmaciones que, no hace mucho tiempo, captaron
mis oídos. Pensé que sería de provecho el compartirlo con vosotros y que nos
hiciéramos la siguiente pregunta: ¿Es palpable la modernización de las
Administraciones Públicas en nuestro país? Tras esta primera cuestión, con la
que creo que la práctica totalidad de los ciudadanos de este país estamos de
acuerdo, me sobrevino súbitamente su continuación, ¿En qué medida se ven
afectados a los empleados públicos dichas innovaciones? Todo ello no concluye
aquí, ya que, como todo lo atinente a las entidades públicas, se antojaba ineludible
la siguiente y (ahora sí, lo prometo) última cuestión: ¿Cómo sentimos estos
cambios el conjunto de los ciudadanos?
Largas colas de espera, ventanillas
que se cierran cuando ya se acercaba nuestro turno, cantidad ingente de
documentos en las oficinas, procesos administrativos que se eternizan... todo
esto nos suena, seguramente en más de una ocasión lo hayamos sufrido. Sin
embargo, el núcleo esencial del problema requiere de una reflexión honda por
nuestra parte. Efectivamente, la vida diaria de la Administración y, por
extensión, la de sus empleados públicos y la de los ciudadanos relacionados con
la misma, se ha visto en los últimos años modificada por una serie de cambios,
alteraciones tanto metodológicas como organizativas que han virado en gran
medida la forma de relacionarnos con la misma. Es más, desde los propios
responsables de instituciones públicas de todos los niveles se incentivan
medidas que ayuden a modificar en la medida de lo posible la forma mediante la
que la Administración actúa, así como la interacción de los ciudadanos con la
misma, llegando muchas de dichas medidas a derivar de instrumentos normativos
(véase, por citar un ejemplo a nivel europeo, la Directiva de servicios).
Las sensaciones son claras, las
muestras observables en el día a día de los entes públicos denotan que el
proceso de modernización de las Administraciones Públicas ha comenzado: nuevos
sistemas de atención al ciudadano en la sede de las instituciones,
notificaciones electrónicas, buzón de quejas y sugerencias online, consultas
ciudadanas electrónicas, modernos sistemas electrónicos de seguridad, archivos
electrónicos, etc. Estos nuevos mecanismos deben instalarse en el seno de cada
organismo tomando en consideración dos vertientes diferenciadas: por un lado,
la interiorización de las nuevas herramientas y procedimientos en la propia
organización interna de los entes públicos y, por el otro, el conocimiento, la
aceptación y la familiarización del colectivo ciudadano con dichos avances.
La organización administrativa
presenta una arraigada fórmula de actuación conocida por todos: rígidos
procesos de selección, canales de comunicación desfasados, atención
preeminentemente presencial… para conseguir insuflar un cierto aire fresco a
los organismos públicos se requiere un cierto período de tiempo, ir poco a poco
avanzando en la implantación de modernizaciones en el ámbito público. En dicha
conciencia innovadora toman un papel fundamental los empleados que desempeñan
sus funciones en el seno de las instituciones. Los mismos deben presentar una
nueva cara, mucho más abierta a las innovaciones, encontrarse permanentemente dispuestos
a reciclarse profesionalmente, otorgar una nueva forma de llevar a cabo su
trabajo, etc. Ellos mismos deben transformarse, dotar de mayor amplitud sus
respectivas funciones, intentar en la medida de sus posibilidades adaptar sus
aptitudes a la nueva configuración de su trabajo.
Resulta oportuno resaltar que
dichos empleados públicos no pueden encontrarse en ningún momento desamparados,
enfrentados en solitario a la tarea de revolución que para ellos suponen
ciertos mecanismos. Es por ello nuclear el tema de la formación, que adquieran
nuevas destrezas a la hora de desenvolverse con medios electrónicos como los
que anteriormente citábamos, que aprendan a adaptar su forma de trabajar a sus
nuevos “compañeros” de trabajo. Formación que debe ir unida ineludiblemente con
la motivación. La propia Administración Pública debe incentivar la implantación
de mejoras en su seno, tomar un papel determinante a la hora de hacer llegar a
los empleados públicos la necesidad del cambio en una determinada tarea, el
invitarles a que no permanezcan anquilosados en la “tranquilidad” de su puesto
de trabajo. Ante dicho panorama, solo resta que se potencien medidas como reuniones, cursillos,
encuentros entre los propios empleados públicos que tendrán un mayor contacto
con las nuevas herramientas, sesiones para que los diferentes servidores
públicos se familiaricen con los nuevos elementos, etc.
Las innovaciones administrativas
no solo afectan a los empleados públicos, también somos sujetos interesados los
propios ciudadanos, aquellos a los que estábamos acostumbrados a un trato
permanentemente presencial por parte de la Administración Pública. El colectivo
ciudadano se encuentra, cada día que pasa, más familiarizado con las últimas
innovaciones. Nos encontramos viviendo en plena era tecnológica, donde todo el
mundo está interconectado y la globalización es una realidad palpable. Sin
embargo, se antoja imprescindible que la Administración Pública otorgue
períodos prudentes de tiempo a la hora de implantar cualquier tipo de avance,
solicitar al ciudadano su parecer sobre si desea un tratamiento informatizado o
, por contra, continua deseando la asistencia personal en sus gestiones. En los
últimos años, como hemos esbozado anteriormente, hemos asistido a una serie de
innovaciones a la hora de acceder al trato con las diversas entidades públicas.
Como ejemplo podríamos citar, entre una multitud de opciones: la posibilidad de
llevar a cabo la Declaración de la Renta por vía telemática, la solicitud de
las diferentes becas en la sede electrónica del Ministerio correspondiente, el
recibo de avisos, comunicaciones e incluso notificaciones vía online, o incluso
poder llevar a cabo diferentes gestiones (automatrícula, enseñanza virtual) con
cualquier órgano de nuestro Centro Universitario sin salir de casa.
Todo lo que anteriormente hemos
presentado a modo ejemplificativo representa únicamente una muestra de que con
los diferentes medios disponibles en la actualidad, se produce, no solo un
mejor despliegue de sus cometidos por parte de la Administración Pública, una
Administración que, a pesar del esfuerzo (no solo económico) que supone la
instalación, adecuación y potenciamiento de cualquier medida de este tipo,
adopta una nueva disposición con mayor agilidad, tanto interna como externa,
ofrece mayor catálogo de servicios al ciudadano, consigue ahorrar en materiales
que actualmente no le son de su utilidad, etc. Por su parte, los funcionarios y
el resto de empleados públicos descubren nuevos métodos con los que desarrollar
sus cometidos, se regeneran profesionalmente, evitan excesivos formalismos en
su trabajo, eliminan el volumen de documentos que inundaba sus secciones… se
abre la puerta a la digitalización de los documentos administrativos. Por
último, la comunidad adquiere mayor autonomía, se encarga de manera más directa
de sus quehaceres administrativos, algo que posibilita la posibilidad de llevar
a cabo un gran número de gestiones sin salir de su domicilio.
Sin embargo, no todo son buenas
noticias. Me gustaría detenerme por un instante, os pediría que intentáramos
por un momento desgranar la palpable realidad que traen consigo estas
innovaciones: puestos de trabajo en los que anteriormente se desenvolvían
empleados públicos que ahora se han tornado prescindibles, con la consiguiente
eliminación de dichos empleos para futuribles oposiciones o cualquier otro
medio de acceso, el servicio impersonal al ciudadano, tareas que anteriormente
eran desempeñadas por personas y, actualmente, son desarrolladas por máquinas,
la dificultad de un amplio grupo de la sociedad a la hora de desenvolverse con
estos nuevos utensilios, etc.
Quisiera despedirme de ustedes
con una anécdota que me ocurrió en una reciente visita al Archivo Histórico
Provincial (sito en la calle Almirante Apodaca de nuestra ciudad). En la
ventanilla de atención al ciudadano observé un letrero que venía a decir lo
siguiente: “Usted tiene suerte, está
siendo atendido por un empleado público”. Debo expresar que,
aun siendo firme defensor de que determinadas medidas innovadoras dentro de la
Administración se antojan irrenunciables, continuo viendo en ocasiones
indispensable la atención personal del empleado público para con el ciudadano que
ha esperado pacientemente su turno; a que se
abra la ventana abierta al público, ese lugar que, en la mayoría de
ocasiones, nos mostrará el verdadero “rostro” de la Administración Pública, ese
que conforman el conjunto de los trabajadores a su servicio, personas que, no
olvidemos, seguirán “funcionando” cada mañana para atender a cada persona que
se acerque a ellos. Así, tras un sencillo “buenos días”, volverá a hacerse
realidad, como cada jornada, el cálido y humano servicio que brinda la
Administración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.