Reflexión personal propuesta por
Rosario Luque Belmonte
Hace unos años no imaginaba la
repercusión que las redes sociales tendrían en nuestro día a día. Mientras que
las generaciones pasadas se ven obligadas a reciclarse en esta materia, las
futuras llegan a impresionarnos por su habilidad para adaptarse a la diversidad
de instrumentos tecnológicos que nos rodean. Todos estos cambios han supuesto
también una evolución tanto en empresas privadas como en administraciones
públicas para aclimatarse a esta nueva forma en que nos relacionamos y con la
que desarrollamos nuestros trabajos.
Estamos ante una nueva forma de
gestión de los servicios que se encuentra dando sus primeros pasos. La mayoría
de las unidades administrativas hace años que cuentan con sitios web que
proporcionan información básica como horarios, formularios, etc. pero la filosofía
de la web 2.0 va más allá para intentar responder a la demanda ciudadana. Se
busca una administración más ágil, eficiente, cercana y accesible. Para
conseguirlo se deberán potenciar medidas para favorecer la colaboración de los
ciudadanos con la administración, sin olvidar la responsabilidad y el papel que
van a tomar los funcionarios que deberán proporcionar estos servicios. Asimismo,
tiene el objetivo de facilitar la interacción e intercambio de datos entre
administraciones de los diferentes niveles y otras organizaciones públicas como
universidades, evitando duplicidad de procedimientos o prestación de servicios;
lo que también conllevará un ahorro económico, mejora de eficiencia interna y
reducción de plazos de tramitación.
Es evidente que la implantación progresiva de este tipo de administración
tiene una importante repercusión en la gestión, tanto de medios como de
personal. De esta manera, los diferentes organismos se ven obligados a la
elaboración de “Planes de administración
electrónica” donde se establezcan los objetivos a conseguir y los medios que
han de ser utilizados en el cumplimiento de este objetivo. Para la adecuación
de los servicios al medio electrónico será imprescindible realizar ajustes
organizativos para contar con las infraestructuras tecnológicas y los medios
humanos adecuados.
Esta mutación en el seno de los organismos públicos ha provocado un cambio
en la estructura ya que la labor de muchos empleados públicos ha sido
sustituida por trámites electrónicos que toman una serie de decisiones que han
podido ser automatizadas. Por contra, estos funcionarios deberán recibir la
formación necesaria para adaptarse a las nuevas tecnologías y tendrán que
asumir nuevas labores como la representación del ciudadano, el suministro de
instrumentos que faciliten la interacción de los usuarios con la administración
vía telemática, como la firma electrónica o certificado digital, la comprobación
de la veracidad de dichos documentos, etc.
En resumen, actualmente nos encontramos ante una metamorfosis en lo que a
la forma de prestación de servicios públicos se refiere; lo que implica una
mutación en la forma de gestión en el seno de los organismos públicos, la
necesidad de una formación para que los funcionarios se adapten a las nuevas
tecnologías y la asunción de nuevas tareas por dichos empleados públicos. Con
todo, debemos tener en cuenta que nos encontramos solo en el origen y que devendrán
numerosas innovaciones.
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