Reflexión aportada por: Ana García Mestre.
El mundo laboral sufre cambios continuamente y surgen nuevos métodos, nuevas técnicas y nuevos instrumentos. Es por ello que las empresas deben proporcionar a sus trabajadores aquellos mecanismos necesarios de adaptación a los continuos cambios.
El mundo laboral sufre cambios continuamente y surgen nuevos métodos, nuevas técnicas y nuevos instrumentos. Es por ello que las empresas deben proporcionar a sus trabajadores aquellos mecanismos necesarios de adaptación a los continuos cambios.
Esos cambios podrán
hacerse frente mediante la formación, y con ella podrá mantener y mejorar las competencias profesionales de
sus trabajadores.
De esta manera les
permite a sus empleados, realizar sus tareas con seguridad, perfección y efectividad.
Esta formación deberá
ser continuada a lo largo de la vida laboral del empleado y consistirá en
compendiar nociones como “educación”, “instrucción”, “entrenamiento”, “orientación”, “desarrollo” y “adiestramiento”, siendo ésta beneficiosa tanto
para el como para la empresa.
El trabajador
notará un aumento de la motivación pues la estrategia de motivación consiste en
que sus cualidades se adecuen al puesto de trabajo que desempeña y por tanto
encontrara calidad en su tarea y satisfacción
personal.
Por otro lado la empresa se
verá beneficiada, notando una mayor competitividad en el mercado y un aumento
en la productividad y en calidad, en un mercado
convulso en el que la falta de capacidad para la renovación puede suponer su
propia desaparición con una alta probabilidad.
En la administración pública una formación continuada de sus empleados
supone la adaptación de los servicios a las necesidades cambiantes de los usuarios,
además de desarrollarse de manera eficiente evitando así, despilfarros innecesarios de recursos y aumentando su calidad.
Esta formación supone para los empleados públicos, al
igual que para los empleados de las empresas privadas, un desarrollo de sus
cualidades profesionales y una incrementando su motivación, y su nivel de ejecución
hacia las metas y objetivos marcados.
En conclusión,
la formación de los empleados, tanto públicos como del sector privado, no debe ser
visto como un gasto si no como una inversión de futuro que generará beneficios,
flexibilidad y competitividad, ya que mejora la capacidad de hacer frente a las
competencias asignadas y moderniza los sistemas de ejecución.
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