Prácticamente
todos los días, aparecen noticias en los medios de comunicación
sobre casos de corrupción entre los políticos españoles, casos que
afectan a casi todos los partidos políticos y a todas las
administraciones, central, autonómica o local. Algunas de las
investigaciones más famosas hoy en día son: el caso Gurtel donde
aparecieron más de 200 millones de euros, el caso Palma Arena con
más de 100 millones de euros, el caso Pretoria con 45 millones de
euros o el caso Nos donde esta implicado un miembro de la familia
real, Iñaki Urdangarín. Pero la lista es mucho mayor tocando
prácticamente a todas las comunidades del país.
La
agencia tributaria española controla con bastante precisión a
todos los trabajadores, pero consideramos y es así, que hay un
secretor que se le escapa, un sector que suele tener continuos
negocios con la administración. Desgraciadamente, hoy en día, las
estadísticas confirmas que España es uno de los países de la
Unión europea con mayor número de casos de corrupción entre la
clase política.
Tras leer
varias noticias del ABC, me ha llamado mucho la atención una
noticia, que informaba que el 89% de la población española cree que
la justicia trata mejor a los políticos que al resto de
ciudadanos. Vemos que como consecuencia de esta situación, además
de perder la confianza en los políticos considerados como
representantes y defensores de los intereses de los ciudadanos, la
población está perdiendo la confianza en la propia justicia
considerada como parte de la administración española. Vemos que
está desapareciendo la relación de confianza e interés entre el
representado (ciudadano) y representante (órgano político),
relación que nace en el momento de las elecciones, pero que se debe
mantener a lo largo del mandato, o eso desearían los propios
votantes al depositar su confianza en otra persona para la
protección de sus derechos sociales, económicos y políticos.
Además
de esto, también resulta lamentable el funcionamiento del Tribunal
de Cuentas, órgano encargado de garantizar la legalidad de los
partidos políticos, pues el CP establece que los delitos de
financiación ilegal prescriben a los 4 años, siendo imposible
juzgarlos una vez pasado dicho plazo. Por tanto, vemos como hoy en
día, políticos corruptos siguen disfrutando de dinero procedente de
las arcas públicas al haber prescrito el delito, y por tanto, no
reciben ningún tipo de sanción con finalidad persuasoria para
futuras conductas similares y como ejemplo a los demás políticos.
Como consecuencia, el panorama hoy en día sigue siendo el mismo, y
la pérdida de la confianza de los ciudadanos en sus representantes
políticos cada vez es mayor.
Bajo mi
punto de vista, todo esto provoca en los ciudadanos, y sobre todo en
la población joven con la que me puedo sentir identificada, un
cierto sentimiento de ignorancia al problema, ya que vemos que se ha
creado un sistema con muchas lagunas legales de las que los políticos
se aprovechan para hacer sus negocios ilegales, y usar aquel dinero
recaudado de los propios ciudadanos. Y a su vez, hace que nadie se
decida a dar un cambio, introduciendo nuevas medidas o mayores
controles, ya que habría que modificar la mayor parte del sistema,
desde los órganos encargados del control de la legalidad de la
financiación de los partidos, las normas jurídicos que estos
órganos aplican, asi como el método de elección del representante
político y medidas que garanticen el cumplimiento de todo aquello
que se promete durante las campañas electorales, con el fin de
recuperar aquella confianza que la población deposita en sus
representantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.