La ética tiene como
objeto esencial la vida activa, basada en la deliberación y conocimiento
consciente de cada uno de sus actos. A su vez y derivada de la misma la ética
pública se entiende que es la aplicación práctica de la ética en el ámbito público.
Así mismo, la ética pública, bajo mi punto de vista es algo que al parecer está
poco arraigado en nuestro sistema político y administrativo. En un principio,
en el periodo de tiempo en el que realmente estábamos en superávit, nadie se
percataba de la falta de dinero o de la desviación de algunos recursos públicos. Después y como consecuencia
de la crisis económica todos nos dimos cuenta de la gran clase política que nos
gobernaba.
En contrapartida
tenemos la ausencia de la ética pública, es decir, la corrupción. Definida en la
Real Academia Española como “En las organizaciones,
especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las
funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus
gestores”.
Si tenemos como base
la definición antes descrita los casos de corrupción ocupan nuestro día a día
en todos los telediarios y en los periódicos, por lo que es inútil enumerarlos
en este escrito, ya que son demasiados, más bien deberíamos nombrar a los que
alguna vez no “han metido la mano” en ese gran saco de dinero de todos los
españoles que no tienen por qué haber robado dinero físico sino que han
utilizado sus influencias o su puesto de trabajo para beneficiar a unos y
perjudicar a otros.
La gran mentira es el
querer perseguir a unos políticos, con la sucesiva aplicación de una ley que de
alguna manera fueron ellos los que la elaboraron. Si bien es verdad que algunos
de ellos ya están en la cárcel o están inmersos en algún procedimiento
judicial. ¿Pero, cuántos delincuentes hay qué ni si quiera se han llegado a
ellos?
También es verdad,
habrá que darles el beneficio de la duda a todos ellos, ya que no todos son
corruptos. Hay personas que sí tienen ética y por ello cumplen con los deberes
que le conlleva su cargo público.
Para finalizar
tenemos que decir que estamos completamente de acuerdo con el contenido de los
apuntes del epígrafe de ética pública y corrupción pública en el que señala que
este problema tiene su origen en el mal funcionamiento de los órganos de
control.
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