Reflexion personal realizada por: Carmen León González
El artículo 14 de nuestra constitución recoge el derecho
fundamental de la igualdad estableciendo que “Los españoles son iguales ante la
ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento,
raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social”.
Es conocido la gran diferencia de trato que ha recibido la
mujer a lo largo de la historia en todos los ámbitos de la vida. La mujer se
encontraba recluida al hogar, dedicándose exclusivamente a la casa y a su
marido. Esta idea inicial cambio con su incorporación al mundo laboral en el
siglo XIX con la llegada de la industrialización. En esta época, en un primer
momento, la mano de obra que se utilizaba era la masculina, sin embargo el
progresivo crecimiento de la industria hizo que la población femenina se
incorporara al trabajo. Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, las
mujeres remplazaron a los hombres en las fábricas, ya que estos se encontraban
en el frente. Esto marcó un hito, ya que supuso que la población femenina
realizara trabajos que hasta ese momento únicamente habían sido realizados por
hombres.
Tradicionalmente la unidad familiar ha estado compuesta por
el padre que realizaba un trabajo remunerado fuera del hogar y la madre que se
dedicaba a la atención del hogar y de los restantes miembros de la familia. Por
tanto, las tareas se encontraban repartidas, ya que cada uno se dedicaba a una
función distinta. Sin embargo, la progresiva incorporación de la mujer al mundo
laboral ha hecho necesaria la búsqueda de la conciliación del a vida familiar y
laboral para las mujeres.
Esta conciliación a día de hoy no se ha conseguido de manera total,
aunque no podemos eludir la diversa normativa que ha elaborado los poderes públicos
para alcanzar esta conciliación de la vida familiar y laboral a través del
ofrecimiento de servicios externos que facilitan la atención a los miembros de
la unidad familiar que lo necesiten, como las guarderías, así como la concesión de
tiempo adicional para el cuidado de menores, enfermos o mayores, al igual que
los permisos de maternidad y los más recientes de paternidad.
Aun así esto no es suficiente, es necesario la implicación
del resto de la sociedad para lograrlo. El hombre debe asumir un nuevo papel
dentro del hogar, eliminando la visión tradicional. Debe abrirse a un nuevo
cambio de actitud que le permita asumir responsabilidades familiares.
Por otra parte las empresas deben de eliminar aquella concepción
que les hace pensar que trabaja más y tiene mayores derechos a retribuciones y
ascensos quien mayor tiempo se encuentran en la empresa, pues es la
mujer quien en su mayor parte se ausenta del puesto del trabajo cuando algún familiar
se encuentra enfermo, por lo que es víctima de esta concepción que tiene la
empresa.
Por último debemos hacer referencia a la importancia que
tiene la educación en lo referente a este tema, pues es en los colegios y
universidades donde se encuentran los futuros empresarios y políticos. A través
de la educación debemos de lograr acabar con la visión tradicional del papel de
la mujer y el hombre. Deben ambos sexos ser tratados por igual, teniendo derecho a
las mismas retribuciones y a la igual promoción por méritos y capacidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.