Reflexión enviada por Rosario Luque
Belmonte
Consciente o inconscientemente los
individuos nos inclinamos a forjar grupos con los que nos relacionamos en todos
los ámbitos de nuestras vidas: familiares, compañeros de trabajo, vecinos, los
colegas de toda la vida, etc. En general, tendemos a adoptar conductas
particulares frente a cada uno de ellos y desempeñamos roles diferentes en
función del círculo en el que nos encontramos.
Así, en la práctica, una persona
puede desarrollar el rol de líder con sus empleados y, sin embargo, no serlo
frente a su familia o amigos. En mi opinión, ser líder no significa destacar
sobre los demás, ser el mejor o conseguir que las personas hagan determinadas
cosas; por el contrario la función estaría enfocada a que el resto consiguiera
desarrollar su potencial máximo. Para ello, debería comprender a las personas
con las que se relaciona, ser humilde, aprender a delegar, etc.
Un líder no sería nada sin sus
subalternos, sin embargo, éste desarrolla un papel primordial para que entre
todos consigan las metas del organismo de la manera más eficiente posible. En
esencia, a través del liderazgo se influencia y dirige las actividades de las
personas para que se alcancen las aspiraciones perseguidas, siendo
indispensable, para ello, contar con seguidores.
De esta suerte, el guía del grupo
juega una función principal en la creación del clima organizacional. Con un mal
proceder podría aburrir a sus empleados, impedirles desarrollar sus
habilidades, coartar la aportación de ideas, etc. Lo que podría desencadenar en
conductas como el absentismo o incluso la marcha de los mismos en busca de
entidades que valores su esfuerzo y donde sean tratados adecuadamente para
poder desarrollar sus capacidades.
Ser un buen líder conlleva
esforzarse para conseguir que las personas bajo su cargo se integren en la
organización, confiar en ellos para la puesta en práctica de las labores,
favorecer la participación e interacción, ayudar al desarrollo personal e
intelectual, minorar las dificultades que se planteen, tolerar los errores,
gestionar el tiempo sabiendo diferenciar lo que es importante, presentar la
visión de la organización suscitando un sentimiento de identidad y de esta
manera lograr que se alcancen las metas esperadas, sin olvidar recompensar a
los que se han esforzado para ello. Actuando de este modo, los individuos
desarrollarán su trabajo de la mejor manera posible, se implicarán y se
propiciará el bienestar de todo grupo.
Frente a la antigua concepción donde
el jefe era intocable, temido por sus inferiores y donde las opiniones individuales
quedaban al margen de la de la entidad; en la realidad actual, la mayoría de
las empresas han apostado por dejar mayor margen de maniobra a sus empleados,
favorecer la conciliación con la vida familiar, diseñar un lugar de trabajo
agradable que favorezca la productividad, etc. Todas estas medidas han llevado
a desdibujar la idea de jefe autoritario y ha favorecido, en muchos casos, que
el individuo se identifique con la organización. En todo caso, no se puede
perder de vista el contexto en que nos encontremos, no es lo mismo una unidad
militar que un equipo de investigación y desarrollo de una determinada materia.
A modo de conclusión, podemos decir
que un buen líder es aquel que está al frente de un grupo de personas que
trabajan en equipo para alcanzar los objetivos previstos con los que se sienten
identificados al saber que llegando a ellos se beneficiará al grupo y a sus
miembros. Para obtener el éxito será necesaria una buena administración por el
líder, para ello deberá visualizar el futuro, planear las acciones a
desarrollar y reconocer las flaquezas y fortalezas existentes, sin olvidar, al
tomar sus decisiones, la repercusión que pueda tener sobre sus subalternos en
el desarrollo de los fines vislumbrados.
Consciente o inconscientemente los individuos nos inclinamos a forjar grupos con los que nos relacionamos en todos los ámbitos de nuestras vidas: familiares, compañeros de trabajo, vecinos, los colegas de toda la vida, etc. En general, tendemos a adoptar conductas particulares frente a cada uno de ellos y desempeñamos roles diferentes en función del círculo en el que nos encontramos.
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