jueves, 16 de abril de 2015

REFLEXIÓN PERSONAL: EL LIDERAZGO. ANÁLISIS DE SUS DIFERENTES DIMENSIONES. Realizada por GLORIA LÓPEZ GARCÍA



La habilidad principal que un jefe debe poseer es el liderazgo. Sin ésta, carecería de sentido que un individuo fuera calificado como “jefe”.

Hemos estudiado que el liderazgo es “aquella habilidad del individuo que le permite estimular y dirigir a otras personas, sus subordinados y colaboradores, a ejecutar las tareas y actividades que el líder considera relevantes e importantes para el logro de los objetivos que tiene asignados”. Esta definición de “liderazgo” se centra únicamente en la primera de las dos dimensiones que consideramos existe dentro del “liderazgo”: la primera de ellas, la dimensión referente a las capacidades y habilidades del líder para con sus dependientes; y la segunda, las capacidades y habilidades que posee el líder para saber responder a las coyunturas externas posibles.   Analicemos ahora cada una de estas dimensiones.

Dentro de la primera dimensión mencionada, cabría remarcar las cualidades o aspectos más significativos. En primer término, un líder ha de ver a las personas no como son, sino como pueden llegar a ser. Tiene que poseer la habilidad de saber apreciar el talento inicial de cada miembro de su equipo, saber enfocarlo a una actividad necesaria dentro del grupo y potenciar ese talento al máximo. Se trata, pues, de que las personas que se encuentren a la cabeza sean conscientes de que no dirigen “cosas”, sino que dirigen talentos humanos. El líder tiene que reconocer en sus trabajadores a los activos más importantes de la empresa que lograrán hacer de ella un organismo exitoso.

En segundo lugar, un líder debe ser aquél que sepa indicar la senda por la que se ha de dirigir el trabajo. Como expresó John Maxwell, autor de numerosas obras dedicadas al liderazgo, “un líder es aquel que conoce el camino, va por el camino, y muestra el camino”. Un individuo que dirija a un grupo de personas tiene que saber a dónde quiere llegar, tener los objetivos claros para poder marcar las pautas a seguir a los demás, creando seguridad entre las personas que lo siguen.

De otra parte, si un jefe demuestra con sus actos que no cree en sus trabajadores, no potencia el talento de estos sino que lo coarta, generará un ambiente de miedo y desconfianza que no ayudará a sus empleados a desarrollar la responsabilidad ni confianza necesaria para que sean capaces de gestionar su propio talento. Esto derivará en un estado de malestar con el lugar de trabajo así como con su jefe, que se traducirá en un bajo desempeño no deseado por ninguna organización.  Con estas actitudes por parte de los jefes, desaparece todo atisbo de liderazgo que puedan poseer, ya que el estímulo no se logra estos casos.

Por todo ello, es de vital importancia para la supervivencia de cualquier entidad que el líder consiga realmente ejercer su “liderazgo”, que logre que aquellas personas que dependen de él confíen tanto en él como en ellos mismos y que muestre que las expectativas individuales tienen relevancia  y cabida dentro del grupo. De esta forma se construirán canales que conecten los objetivos personales de los trabajadores con los objetivos de la organización, y así el líder habrá llegado al tan ansiado equilibrio entre intereses del individuo e intereses de la empresa.

Con respecto a la segunda dimensión del  “liderazgo”, como ya se ha mencionado, hallamos esas habilidades o capacidades  que ha de poseer todo líder para saber reaccionar a la problemática externa que se pueda presentar. Es cierto que las situaciones exteriores ajenas a la persona que dirige se desarrollan sin que puedan ser detenidas, por ello, el líder tiene que saber manejar estas situaciones para evitar que dominen al grupo. Desde nuestra óptica, el liderazgo no se verá condicionado por las circunstancias, sino que el liderazgo contiene de suyo las cualidades para saber conducir al equipo a través de las eventualidades surgidas.

 “Si un comandante es sabio, podrá reconocer los cambios de las circunstancias y actuar de acuerdo”, esta cita de la obra El arte de la guerra de Sun Tzu muestra claramente que van de suyas con el liderazgo capacidades como la anticipación, adaptabilidad y flexibilidad ante los cambios. La importancia de todas estas, tanto en los planes como en los objetivos, es absolutamente esencial en un mundo cambiante de forma permanente.

Por lo tanto, si un líder no poseyera estas habilidades llegaríamos finalmente al mismo resultado que en la situación de que el líder careciera de las capacidades de liderazgo para con sus dependientes: la empresa fenecerá o resultará seriamente dañada si no se adapta a las circunstancias. Esa capacidad de adaptación, que deviene indudablemente del liderazgo, así como su capacidad de observar el medio social que lo rodea, ayudarán al líder a tomar las mediadas necesarias, antes de que sea arrollado por la coyuntura.


En definitiva, ambos aspectos del liderazgo son esenciales. Resaltar una dimensión sobre otra supondría amenazar la efectividad de un líder y, en consecuencia, de la propia organización.

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