La habilidad principal que un jefe debe poseer es el
liderazgo. Sin ésta, carecería de sentido que un individuo fuera calificado
como “jefe”.
Hemos estudiado que el liderazgo es “aquella habilidad del
individuo que le permite estimular y dirigir a otras personas, sus subordinados
y colaboradores, a ejecutar las tareas y actividades que el líder considera
relevantes e importantes para el logro de los objetivos que tiene asignados”. Esta
definición de “liderazgo” se centra únicamente en la primera de las dos
dimensiones que consideramos existe dentro del “liderazgo”: la primera de
ellas, la dimensión referente a las capacidades y habilidades del líder para
con sus dependientes; y la segunda, las capacidades y habilidades que posee el
líder para saber responder a las coyunturas externas posibles. Analicemos ahora cada una de estas
dimensiones.
Dentro de la primera dimensión mencionada, cabría remarcar
las cualidades o aspectos más significativos. En primer término, un líder ha de
ver a las personas no como son, sino como pueden llegar a ser. Tiene que poseer
la habilidad de saber apreciar el talento inicial de cada miembro de su equipo,
saber enfocarlo a una actividad necesaria dentro del grupo y potenciar ese
talento al máximo. Se trata, pues, de que las personas que se encuentren a la
cabeza sean conscientes de que no dirigen “cosas”, sino que dirigen talentos
humanos. El líder tiene que reconocer en sus trabajadores a los activos más
importantes de la empresa que lograrán hacer de ella un organismo exitoso.
En segundo lugar, un líder debe ser aquél que sepa indicar
la senda por la que se ha de dirigir el trabajo. Como expresó John Maxwell,
autor de numerosas obras dedicadas al liderazgo, “un líder es aquel que conoce el camino, va por el camino, y muestra el
camino”. Un individuo que dirija a un grupo de personas tiene que saber a
dónde quiere llegar, tener los objetivos claros para poder marcar las pautas a
seguir a los demás, creando seguridad entre las personas que lo siguen.
De otra parte, si un jefe demuestra con sus actos que no
cree en sus trabajadores, no potencia el talento de estos sino que lo coarta,
generará un ambiente de miedo y desconfianza que no ayudará a
sus empleados a desarrollar la responsabilidad ni confianza necesaria para que
sean capaces de gestionar su propio talento. Esto derivará en un estado de
malestar con el lugar de trabajo así como con su jefe, que se traducirá en un
bajo desempeño no deseado por ninguna organización. Con estas actitudes por parte de los jefes,
desaparece todo atisbo de liderazgo que puedan poseer, ya que el estímulo no se
logra estos casos.
Por todo ello, es de vital importancia para la supervivencia
de cualquier entidad que el líder consiga realmente ejercer su “liderazgo”, que
logre que aquellas personas que dependen de él confíen tanto en él como en
ellos mismos y que muestre que las expectativas individuales tienen relevancia y cabida dentro del grupo. De esta forma se
construirán canales que conecten los objetivos personales de los trabajadores
con los objetivos de la organización, y así el líder habrá llegado al tan
ansiado equilibrio entre intereses del individuo e intereses de la empresa.
Con respecto a la segunda dimensión del “liderazgo”, como ya se ha mencionado,
hallamos esas habilidades o capacidades
que ha de poseer todo líder para saber reaccionar a la problemática
externa que se pueda presentar. Es cierto que las situaciones exteriores ajenas
a la persona que dirige se desarrollan sin que puedan ser detenidas, por ello,
el líder tiene que saber manejar estas situaciones para evitar que dominen al
grupo. Desde nuestra óptica, el liderazgo no se verá condicionado por las
circunstancias, sino que el liderazgo contiene de suyo las cualidades para
saber conducir al equipo a través de las eventualidades surgidas.
“Si un comandante es
sabio, podrá reconocer los cambios de las circunstancias y actuar de acuerdo”,
esta cita de la obra El arte de la guerra de Sun Tzu muestra claramente que van
de suyas con el liderazgo capacidades como la anticipación, adaptabilidad y
flexibilidad ante los cambios. La importancia de todas estas, tanto en los
planes como en los objetivos, es absolutamente esencial en un mundo cambiante
de forma permanente.
Por lo tanto, si un líder no poseyera estas habilidades
llegaríamos finalmente al mismo resultado que en la situación de que el líder
careciera de las capacidades de liderazgo para con sus dependientes: la empresa
fenecerá o resultará seriamente dañada si no se adapta a las circunstancias. Esa
capacidad de adaptación, que deviene indudablemente del liderazgo, así como su
capacidad de observar el medio social que lo rodea, ayudarán al líder a tomar
las mediadas necesarias, antes de que sea arrollado por la coyuntura.
En definitiva, ambos aspectos del liderazgo son esenciales.
Resaltar una dimensión sobre otra supondría amenazar la efectividad de un líder
y, en consecuencia, de la propia organización.
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