Reflexión personal
realizada por Mª Esperanza Gómez Bonilla
Desde finales del siglo XX, uno de los fenómenos laborales
más importantes que ha tenido lugar en nuestro país así como en nuestro
continente ha sido la incorporación de la mujer al mercado laboral. Más concretamente,
en España, desde la década de los noventa, en torno a cuatro millones de
empleos de los que se crearon fueron ocupados por mujeres. Ello ha supuesto un
cambio radical en la concepción que de la mujer se tenía tradicionalmente,
según el cual la mujer dejaba el mercado de trabajo cuando contraía matrimonio
o se convertía en madre. Transcurrida la crianza de los hijos, la mujer se
encontraba con grandes dificultades para reincorporarse al mercado laboral
después de un largo período de inactividad.
En pleno siglo XXI, por fortuna, los cambios reflejados en
los datos de participación laboral hacen dilucidar el papel relevante que ha
tenido el movimiento ideológico que propugna la igualdad entre hombres y mujeres
en el acceso al mundo laboral, plasmado en la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de
marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. No obstante, este cambio
ideológico arrastra las diferencias por género que se siguen apreciando en el
citado mercado de trabajo. Reflejo de ello es el salario o remuneración del
trabajo por cuenta ajena.
Por lo general, el salario medio de las mujeres sigue
siendo inferior al de los hombres. Dicha diferencia salarial puede deberse a
diversas circunstancias como el sector de actividad, el nivel educativo, la
experiencia laboral, el tipo de jornada de trabajo e incluso la ocupación. Esta
afirmación queda contrastada objetivamente al consultar informes tales como el
Informe mundial sobre salarios, emitido por la Organización Internacional del
Trabajo. El citado informe entiende que las causas de la disparidad en la
retribución entre hombres y mujeres son bastante complejas y a su vez difieren
entre un país y otro de los analizados.
Otra fuente a tener en cuenta es el Instituto Nacional de
Estadística, a través de su Encuesta Anual de Estructura Salarial, de la que se
deriva que en España la diferencia salarial ronda en torno al 24% considerando
las ganancias anuales. Igualmente se deduce que la desigualdad laboral en la
actualidad se debe a la compatibilización de la mujer entre el trabajo y la
familia, la llamada conciliación de familia.
A modo de conclusión, tengo la percepción de que esta
situación va a tender a perpetuarse en el tiempo y reflejo de ello será la toma
de decisión de los individuos sobre su formación, teniendo en cuenta las
oportunidades profesionales que en el futuro van a tener y, consecuentemente,
las mujeres continuarán eligiendo aquel cauce formativo adecuados para
integrarse en el mundo laboral sin problema alguno. De nosotros depende que el
avance ideológico logrado siga surtiendo efectos en nuestro siglo y en la
posteridad.
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