jueves, 28 de abril de 2016

Reflexión personal Elena Pulido de los Reyes

La eficacia de la Administración y su descentralización

¿Hasta qué punto podemos considerar beneficioso el principio de descentralización? Es verdad que la descentralización acompaña al principio de eficacia. Esto es, teóricamente, el principio de descentralización da lugar a que la función pública se desarrolle de manera eficaz. Sin embargo, la realidad es muy distinta. La Administración se va haciendo cada vez más grande y más compleja, económicamente se hace insostenible y se abusa de la capacidad para crear nuevos organismos (los llamados organismos instrumentales, por ejemplo). Se han olvidado que un elemento fundamental de la eficacia es la celeridad, ausente a día de hoy. 

Es una realidad el hecho de que cada vez que un ciudadano tiene que realizar cualquier trámite con la Administración ''se tire de los pelos''. De hecho, lo que ocurre normalmente es que cuando hablas con el funcionario de turno, éste te explica que no es a él a quien compete el presente trámite. Nos enviará a otro organismo o departamento, de éste a otro, y de aquel a otro diferente, y así hasta que logremos dar con el adecuado. Se hace insoportable el hecho de consultar algo a la Administración o realizar cualquier ''papeleo''. Eso no es eficacia. La realidad es que la descentralización no lleva de la mano a la eficacia, aunque teóricamente se diga lo contrario. 

La descentralización administrativa da lugar a la creación de una gran cantidad de puestos de trabajo. Sin embargo, debido al gran número de organismos administrativos existentes y a pesar del ingente volumen de trabajo que tiene la Administración, nos encontramos con la increíble situación de que muchos de estos organismos se han creado sin necesidad.
Por otro lado, sería de gran interés analizar la situación minuciosamente. De esta manera llegaríamos a una conclusión inmediata: el enchufismo característico de la administración ha encontrado vía libre en los organismos instrumentales. Asimismo, vemos como muchos de los trabajadores contratados en ellos están mano sobre mano esperando a que la administración de la que dependen les mande algo para hacer o algo a lo que dedicarse.
Al observar estos problemas entendemos que es grave la situación, y no solo eso, sino que cada vez está más latente la llamada duplicidad administrativa.
Así, se me ocurren dos efectos importantes que hay que nombrar. Estos son:
1.       La desmotivación producida a los trabajadores a raíz de la inexistencia de trabajo al que dedicarse.
2.       El gasto público que supone el mantenimiento tanto de los trabajadores como de las infraestructuras destinadas a estos organismos.


Bajo mi punto de vista, la descentralización ha superado los límites convirtiendo a la Administración en ineficaz, provocando un gasto público inimaginable e innecesario, provocando situaciones que frustran y desmotivan a los trabajadores y dando lugar a una exagerada burocratización que elimina, así, cualquier atisbo de celeridad y, consecuentemente, una disminución del correcto ejercicio de los derechos del ciudadano. Entonces, ¿cuál es el sentido de esta descentralización? O, aún mejor, ¿cuál es la solución?

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