El acceso al empleo público desde
la publicación de la CE de 1978 se centra en los principios de mérito y
capacidad. Pero estos principios deben de consolidarse como único elemento
indispensable para el acceso al empleo público, sea cual sea su rango, grupo o
escala.
Bien es cierto, que una vez
dentro del puesto, se puede acceder a unas funciones que sólo pueden ser
ocupadas mediante la promoción interna de dichos funcionarios, pero para llegar
a este punto deben de haberse cumplido anteriormente los principios recogidos
en los artículos 103.3 y 23.2 de la CE, unido todo esto por un principio
indispensable como es la IGUALDAD.
Además, se deberían de endurecer
las conductas de los funcionarios, me centro en este punto enlazándolo con la
ética y la honestidad en el ejercicio de las funciones públicas. Bien es cierto
que puedes ser laboral sin la condición de funcionario para cubrir ciertas
necesidades que tiene la administración, pero no es ese simple hecho el que te
da derecho a poder acceder a otras funciones que por su finalidad, como es la
de cumplir con el interés general y servir al ciudadano español, se deba de
acceder por los principios constitucionales antes mencionados.
No debemos una vez llegados a
esta posición de privilegio, pues para mí ser funcionario es algo muy meritorio
y además considero que cuesta su trabajo acceder, relajarnos una vez llegados
al puesto no le encuentro sentido pues vulneraría el pilar del sentido del
trabajo, pues de no realizar la función acorde a los preceptos por los cuales
accedimos a ella, sería algo ilógico.
Por otro lado, llevaría a cabo un
proceso de modernización, consistente en introducir nuevas tecnologías que nos
permita tener una administración muchísimo más rápida y por su puesto más
eficaz. Bien sabemos que los puestos son inamovibles y pocos flexibles, siendo
estos principios modificados en tanto en cuanto, el funcionario se debería de adaptar
más a lo que se le exige y además hacerlo con honestidad siempre y no dejándose
influir por factores externos.
Este proceso, está claro que
conllevaría la creación de nuevos puestos para algunas necesidades e incluso el
despido de algunos empleados públicos. Sabiendo que esto no es del todo fácil,
pues despedir a un funcionario no sería nada fácil, lo que sí, haría pre-jubilaciones,
considero fundamental el rejuvenecimiento de los empleados, además de poder
sacar de ellos todo el rendimiento posible, exigiéndoles adaptarse a los nuevos
tiempos y por supuesto consiguiendo siempre la eficacia.
Somos un país, en el que la
función pública no se ve del todo limpia y transparente, son constantes los
casos que observamos en los medios de comunicación en los que se cometen
delitos como prevaricación, malversación de caudales públicos, cohecho… mucha
corrupción en un cuerpo que no debería de verse salpicado por estos
acontecimientos, pues la objetividad en la función pública unido al principio
de legalidad deben de ser dos pilares fundamentales, pues todos debemos de
ostentar las mismas oportunidades y debemos de ser tratados por igual, pues no
olvidemos que el principio fundamental de la administración es satisfacer al interés
general.
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