Siempre es positivo reducir gastos de la administración,
buscando una mayor eficiencia de los objetivos marcados. Sin embargo, no me parece
apropiado que sean los empleados públicos los principales afectados por las
medidas de reducción de gastos. Recordemos que las personas, al ser el recurso
más variable, nos aportan a la organización una ventaja competitiva.
Debido a la poca conciencia pública de determinados directivos
de la administración, y por desgracia, para el beneficio de una minoría, se han
llevado a cabo nombramientos y adjudicaciones teniendo como fundamento el abuso
de autoridad. La dedocracia es una de las principales causas de declive del
empleo público, pasándose por alto valores como la profesionalidad y mérito. Esta
técnica consiste en un intercambio de favores, lo que siempre se ha conocido
como enchufe, sin tener en cuenta si el “escogido” es el más apto para
desempeñar el puesto.
Todo esto trae consigo la destrucción del empleo público. Por
la infracción de unos dirigentes, nos vemos afectados todos. Y me refiero a
todos, también nosotros los estudiantes vemos cada vez más lejos la posibilidad
de entrar en la administración pública por la reducción de plazas y salario. Cabe
plantearse si realmente merece la pena seguir adelante para que desprestigien
el esfuerzo eligiendo a una persona sin formación que tendrá más
responsabilidad.
Pero no todo es un camino de espinas. Analizando la situación,
si la gestión no es del todo deseada, al menos tenemos la esperanza de mejorar.
Para ello, la mejor manera de conseguirlo es promoviendo políticas educativas
desde los primeros pasos. Valores como la decencia, honradez y servicio público
deben estar presentes en cada puesto de trabajo. Sin ellos, veo imposible la construcción
de una verdadera democracia.
Este proyecto no se hace de la noche a la mañana. Requiere tiempo
para asentar estos principios de conciencia pública si queremos que
generaciones futuras no sufran esta situación. Pero por el momento nos toca vivirla
a nosotros, época en el que un cambio es difícil pero no imposible. No debemos
seguir permitiendo que el árbol que más frutos da sea el que más pedradas
recibe.
Muy buena reflexión y muy buenas apreciaciones, Óscar, las comparto contigo de principio a fin. En el momento en que los cargos de las personas que pertenecen a la administración y los servicios públicos pasan a depender de la política, se está cometiendo un error garrafal. Todo esto solo nos lleva, como tu bien dices, a la dedocracia, a las relaciones de conveniencia, al egoísmo, a la avaricia, y en definitiva, a nada bueno.
ResponderEliminarCreo que uno de los principales problemas que hay en todo esto es que ni ellos mismos son conscientes de la responsabilidad que nosotros, el Pueblo, depositamos en ellos. Si cada alto cargo de la administración y los servicios públicos conocieran las situaciones que muchísimas familias viven por desgracia hoy en día, no jugarían a tomar decisiones a lo loco.
Como tu bien dices, esto solo lo arregla una buena educación, una firme preparación profesional, y sobre todo, una imprescindible conciencia pública. Esta es la única salida, y es que todos necesitamos honradez en esos altos cargos, todos necesitamos volver a confiar en la Administración Pública.