viernes, 29 de marzo de 2013

Reflexión Personal sobre los Planes de Empleo Público.


Reflexión personal de Macarena Dúctor Pacheco.

Durante los años de bonanza vividos en nuestro país, el empleo público ha sido el objetivo de muchos españoles, llegándose a considerar un medio seguro de vida con elevados salarios, buenos horarios laborales, vacaciones aseguradas… Sin embargo, actualmente, esta perspectiva del empleo público se ha visto mermada por la crisis económica que atraviesa España.

La crisis ha puesto de manifiesto la necesidad de racionalizar la Administración Pública, a través de la adopción de Planes de Empleo. Éstos han traído como consecuencia una serie de medidas que han atenuado la visión del empleo público como ideal.

A través de los Planes de Empleo Público, se ha tratado de adaptar la Relación de Puestos de Trabajo a los Presupuestos Generales del Estado, puesto que era necesario disminuir el número de funcionarios, se han llevado a cabo medidas de redimensionamiento incentivado, modificando el número de efectivos a través de la jubilación incentivada o excedencia voluntaria incentivada; de modificación de la jornada de trabajo, aumentando la jornada laboral para evitar cubrir bajas que puedan ser suplidas por otros funcionarios; de promoción interna; o medidas sobre movilidad. Todo ello ha provocado una disminución del número de interinos y eventuales.

Actualmente, tras la puesta en marcha de los Planes de Empleo Público, los salarios de los empleados públicos ya no son tan altos, las horas de trabajo han aumentado…, lo que ha traído como consecuencia el descontento de los funcionarios, provocando el desprestigio del empleo público, así como las innumerables huelgas convocadas en los últimos años.

Si bien es cierto que la promoción de Planes de Empleo, tanto público como privado, era necesaria; no obstante, la dureza de los mismos ha excedido tal necesidad.

Finalmente, poner de manifiesto que, a pesar de las dificultades, derivadas de las políticas de empleo, por las que están pasando los trabajadores españoles, tanto públicos como privados, parece que la destrucción del mismo no cesa. ¿Cuánto tendremos que esperar para ver los frutos de dichas políticas? 

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