martes, 20 de mayo de 2014

Bloque 3. Reflexión Personal: Selección del Personal en las administraciones públicas y el salario.

En esta última reflexión, aportaré mi opinión sobre estos aspectos resaltando algunas de sus virtudes y defectos.
Comenzaré con la selección del personal en el ámbito de las administraciones públicas. Como tuvimos ocasión de estudiar, la selección de personal se realiza mediante procesos que garantizan los principios de igualdad, mérito, capacidad, publicidad, transparencia, imparcialidad y profesionalidad de los miembros de los órganos de selección, adecuación a las tareas y funciones a desarrollar y agilidad. Para cumplir tales principios, las Administraciones Públicas utilizan tres procedimientos de selección: la oposición, el concurso y el concurso-oposición.
No cabe duda de que,  estos procedimientos son, a mi parecer, los más justos. Se trata de una  forma de garantizar que las personas que accedan a estos puestos, sean las que de verdad lo merecen. Por poner un ejemplo, si se convocan plazas al cuerpo nacional de policía, las personas que superen las pruebas físicas y las escritas con mejor puntuación serán las que terminen consiguiendo la plaza. No existen otros métodos que aseguren tanta ecuanimidad.
 Ahora bien, me gustaría plantear una cuestión. Estas formas de selección, ¿Garantizan la idoneidad de la persona para desempeñar esa determinada labor? Dicho de otra forma, ¿Acceden a la función pública los mejores? Mi respuesta es que no. Para exponer mi opinión, me valdré de otro ejemplo. Para acceder a la administración de la justicia, se utilizan procesos similares a los de acceso a la administración pública. En España, para ser juez o fiscal, es preciso superar unas oposiciones. Éstas, consisten básicamente en memorizar más de 400 temas y superar dos pruebas escritas y una oral. Ya comenté que, con estas formas de acceso, evitas una posible actuación discrecional de los órganos de selección, pero creo que, saber de memoria un temario no te convierte en un buen juez o fiscal.
Aunque es condición sine qua non  el conocimiento del derecho por parte del juez (iura novit curia), pienso que un buen juez tiene que reunir otras muchas cualidades además de una buena memoria como puedan ser la de tener sentido de la justicia, prudencia, responsabilidad, compromiso social, perseverancia, lealtad, etc.
En definitiva, los procedimientos de selección del personal son, posiblemente, los mejores, porque garantizan equidad pero esto no tiene por qué significar que los funcionarios desde que acceden a su puesto están bien preparados. Además de la capacidad que ya han demostrado, tendrán que seguir formándose y adaptándose a su nuevo cometido de cara a ofrecer el mayor rendimiento posible.
Aprovecho este punto de la función pública y sus formas de acceso para engarzarlo con el tema de la retribución. Los factores que hacen interesante el acceso a la administración son la seguridad en el trabajo, el propio interés en éste, no tener otra salida y el prestigio social. Como apreciamos, entre estos componentes, no se encuentra el de una buena retribución, si bien es cierto que, las personas que se preparan unas oposiciones, lo hacen con la expectativa de tener un buen sueldo durante el resto de su vida.
Me gustaría hacer una crítica sobre el desequilibrio de salarios que impera en España.
Años atrás, nuestro país estaba sumido en la llamada ``burbuja´´ inmobiliaria, en estos años, un peón de albañil podía cobrar más que un médico o un profesor de universidad. Esto, además de las consecuencias ya conocidas, trae consigo otras menos aparentes.
Este desbarajuste salarial repercute en una sociedad menos formada, con menos principios y en definitiva, peor.
Fueron muchos los que renunciaron a su formación a una corta edad, ¿para qué seguir estudiando si trabajando como peón de albañil gano más que mi profesor?
 Cuando la burbuja estalló, todas estas personas, acabaron endeudadas, sin ninguna salida y sin formación. Ahora parece que esta tendencia se ha invertido, los jóvenes cada vez nos formamos más porque las salidas laborales son escasas.
No obstante, aún existen ciertos desequilibrios que tienen que corregirse para que nuestra sociedad pueda seguir progresando. Un ejemplo, las retribuciones de las personas encargadas de recoger los residuos sólidos urbanos no deberían ser prácticamente iguales que las de un maestro, o; un presidente de una comunidad autónoma no puede cobrar más que el propio presidente del gobierno y a su vez ningún político debería cobrar mucho más que un cirujano o un ingeniero.
Pero a mi entender, el problema más grave en cuanto a descompensaciones salariales y privilegios, lo encontramos en el mundo del fútbol. Hace unos días, Messi, el famoso jugador de fútbol renovó su contrato, cobrará unos 20.000.000 de € anuales, esto es una cifra intolerable en los tiempos que corren. Para hacernos una idea de lo asombroso de la cantidad, el jugador del Barcelona cobra cada segundo 0,68 €, cada hora 2.480 € y cada semana 416.666 €.
Son datos del futbolista mejor pagado, pero la mayoría de los futbolistas, aunque no a estos niveles, siguen cobrando muy por encima de lo normal. Para más inri, los clubes, que son capaces de pagar estas cifras a los jugadores, gozan de privilegios fiscales por parte del Estado, de las Comunidades y de los Municipios. Esto no se puede consentir.
El gobierno español debe encontrar la manera de reconducir todo esto, aunque los españoles somos muy aficionados a este deporte, no todo vale y hay que poner límites.
Deberían cortarse de raíz todas las prerrogativas de las que disfrutan los clubes: no más exenciones de impuestos, recalificaciones de terrenos ni ``leyes Beckham´´.
Tanto el gobierno como los españoles, tenemos que saber priorizar entre necesidades. No vale de nada tener a más de tres equipos de fútbol entre los mejores del mundo cuando ninguna de nuestras universidades se encuentran en el `` top diez ´´ mundial.
Es preciso que nos sacrifiquemos y pongamos todo un poco de nuestra parte en aras del bienestar social del que hemos venido gozando estos últimos años, eso sí que era la Marca España.

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