Noticia aportada por Rosario Luque Belmonte
Por Óscar Cortés, presidente del Club
Dirección Pública ESADE Alumni
Las redes sociales empiezan a ser una tecnología madura. Su
uso está plenamente popularizado: más del 70% de los españoles está conectado a
Internet, principalmente a través de teléfonos móviles, y es éste el canal más
frecuente de acceso a las herramientas de Web 2.0.
Distintas Administraciones Públicas empiezan a ser
conscientes de la importancia de estar en la red social y se han embarcado en
un auténtico frenesí de perfiles institucionales en las plataformas 2.0 más
visitadas (twitter o facebook principalmente). Una dinámica que no debe
sorprender y en la que han cobrado protagonismo como vanguardia interna
gabinetes de prensa o departamentos de comunicación por cuanto las actuaciones
en redes sociales permiten llegar a amplios espectros de público objetivo a un
mínimo coste.
Nos encontramos ante un escenario donde lo importante hoy no es tanto estar sino cómo estar; es decir, ya no toca preguntarse si es conveniente abrir paso a
la Administración 2.0 en una determinada institución, sino plantearse cómo
gestionar con inteligencia la presencia en redes sociales para obtener retornos
efectivos de la misma.
El desafío es que la Administración empiece a escoger con
criterio hacia dónde apuntan sus apuestas 2.0 siendo capaz de determinar cómo
las herramientas de web social pueden o no dar soporte a su misión en los
aspectos clave de creación de valor público que tiene encomendados.
Por tanto es hora, no sólo de actuar,
sino también de pensar en términos 2.0. y hacerlo a corto, medio y largo plazo. En este sentido, siendo el
compromiso político importante no conviene sobrevalorarlo por cuanto muchas de
las iniciativas pueden contemplar la simple adaptación de pequeñas buenas
prácticas en nichos muy concretos —no toda la Administración puede ni debe ser
2.0— frente a ambiciosos proyectos de amplio alcance pero costosos y con
resultados inciertos.
La extensión por contagio, con un inicio bien focalizado que
proporcione buenos resultados y vaya animando a otras unidades o servicios, es
por tanto muy recomendable. También lo es no subestimar a los empleados
públicos ya que muchos de ellos son presumiblemente activos en las redes
sociales en su ámbito privado y tan sólo requieren un pequeño empujón haciéndoles
ver la utilidad de las mismas en el servicio público. La formación para
funcionarios en gestión inteligente de redes sociales es más necesaria que
nunca.
No se trata de infravalorar ni sobrevalorar las
posibilidades que la Web 2.0 ofrece a las Administraciones públicas sino de
reconocer que es un nuevo campo que debe explorarse con criterio y puede
deparar tanto decepciones como gratas sorpresas. Eso sí, siempre y cuando haya
objetivos y expectativas de resultados ciertos.
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