Reflexión personal realizada por Ana Alicia Capilla López
La calidad de los servicios
sanitarios depende de la combinación dos factores esenciales: un buen personal
y una tecnología avanzada. Nuestro ámbito de estudio se centra en el primero de
ellos. Los recursos humanos en el sector de la salud son un pilar básico para
su buen funcionamiento. Así lo recalca Cayetano J. Tahoces y Bastida, Director
de Recursos Humanos y Sistemas de Apoyo a la Gestión del Hospital Universitario
Fundación Alcorcón, cuyas palabras textuales fueron que “los empleados son
nuestro principal y más valioso activo”.
No obstante, como ya hemos
estudiado, aunque son el activo más importante de la organización empresarial,
también son el más complejo y del que depende el buen funcionamiento del resto
de recursos. Y en esta complejidad está la dificultad de saber gestionarlo y
con ello explotar al máximo su talento. En concreto, en el sector sanitario
público, la tendencia histórica ha sido la obediencia y el inmovilismo, pero
una nueva corriente de gestores abogan por la flexibilidad, el compromiso, la
iniciativa y el trabajo el equipo. Los nuevos directores de recursos humanos de
hospitales y centros de salud son conscientes de la necesidad de una respuesta
a los cambios rápida y eficaz, así como de que la profesión sanitaria en todos
sus escalafones implica un alto grado de vocación.
El profesional sanitario está
motivado tanto por la satisfacción que le produce su propio trabajo (motivación
interna) como por la relevancia social del mismo o los beneficios sociales que genera (motivación externa), teniendo menor importancia la
retribución, la cual tiene escasa correlación con el rendimiento. El médico o
enfermero necesita libertad para poder reaccionar ante situaciones imprevistas
y no rutinarias, así como requiere del desarrollo de sus conocimientos
profesionales mediante la formación continuada. Para ello hay que otorgarles
flexibilidad, la cual a su vez conlleva la delegación de responsabilidades. La
consecuencia de todo ello es una implicación mayor del profesional, que sentirá
que su trabajo es útil y provechoso, generando una retroalimentación en el
sistema y un reforzamiento de la conducta.
Este requisito de la autonomía
viene siendo exigido con mayor énfasis por los médicos de Atención Primaria, quienes
solicitan mejoras en la organización, una adecuada gestión de Recursos Humanos
y, sobre todo, una reducción de la burocracia y las normas. Según el doctor
Rafael de Pablo, representante de la Plataforma Médicos con Valor, la Atención
Primaria ha sufrido un “abandono en la planificación sanitaria”, por lo que los
médicos “están perdiendo la ilusión”. Y
es cierto que si realizamos un análisis DAFO del sector, podemos apreciar que
la falta de atracción profesional se está convirtiendo en una de las amenazas
de la estructura sanitaria.
Los empleados sanitarios quieren
poder realizar un trabajo eficiente y atender de forma correcta a los pacientes,
pero la escasez de presupuesto y la infinidad de trámites administrativos por
cada expediente les impiden alcanzar tales metas. A ello se unen dos
situaciones que se están dando en la actualidad. En primer lugar, la demanda de
profesionales sanitarios españoles por otros países, que afecta en mayor medida
a los enfermeros. Éstos, aplicando la teoría de la equidad, deciden emigrar,
pues su trabajo no solo está mejor remunerado en el extranjero, sino que
también se les da una más alta consideración. De esta forma se desemboca en la
denominada “fuga de cerebros”, que implica un resultado negativo en la
inversión que el Estado ha hecho previamente a la hora de formarlos en nuestras
Universidades .En segundo lugar, encontramos las medidas de los planes de empleo, las
cuales son reducciones salariales, disminución del personal contratado, no
renovación de contratos y jubilación anticipada. En otras palabras, la plantilla de
médicos y enfermeros disminuye, mientras que las demandas de pacientes aumentan,
pues la población envejece.
En
conclusión, el personal sanitario se caracteriza por la motivación que le
produce su propio trabajo, siempre y cuando pueda ejercer el mismo con
libertad, en una organización con la que comparta fines y objetivos. Los
directores de recursos humanos deberían ser conscientes de ello y pedir la
eliminación de la contención de costes y permitir una mayor autodirección y autocontrol para que podamos contar con unos servicios sanitarios de calidad.
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