viernes, 17 de abril de 2015

REFLEXIÓN PERSONAL - La metamorfosis del Directivo: "De la severidad al humanismo". Tema propuesto por: Antonio García Ramírez

“Líder empresarial”, adjetivo propio que jerarquiza una organización de relaciones laborales, profesionales y humanas entre personas. Un adjetivo que prioriza la importancia del cargo máximo en una empresa, y que a fin de cuentas, abre el abanico de categorías del que puede presumir ésta.
El poseedor de tal puesto de liderazgo, como es sabido, a lo largo de la historia ha sido reconocido como la fiel imagen de un “panzer”, la persona encargada de diferenciar el trato personal del empresarial, el primer y último eje encargado de velar por la organización a base de la reducción de costes y plantilla, un auténtico soberano de sus funciones. El directivo ha logrado asentar las bases organizativas de la empresa en base a una serie de métodos de corte rígida y severa, priorizando el rendimiento económico empresarial por encima del trato con el empleado o cliente. Con esto se ha logrado crear auténticas máquinas exterminadoras, organizaciones movidas por un único objetivo, superar a sus competidores; organizaciones que han supuesto para la empresa en general un empobrecimiento humano, creando inapetencia y enfado dentro de las plantillas de la empresa en vistas a su función en ésta.

Tal y como abogan profesionales del ámbito empresarial y de recursos humanos “superada la etapa de ajustar los costes y reducir la plantilla, y de transformar la organización hacia la venta de servicios, toca cambiar el traje”. Esta reflexión implica viajar hacia una transformación organizativa más acorde a los tiempos que corren, estando basada en cuatro puntos cardinales bajo los cuales la empresa debe incidir: Estrategia, innovación, tecnología y personas. Esto es así debido a que el cambio implica transformar la estrategia de la empresa, el modelo de innovación de cara al exterior, y sobre todo, cambiar la gestión con los clientes y empleados.

Este cambio, por tanto, debe partir desde el núcleo duro de la empresa, debe ser el directivo quien de rienda suelta a su capacitación y formación empresarial para dar un lavado de cara a un modelo de liderazgo que poco a poco va quedando obsoleto en el panorama mundial. Por tanto, recuperar la confianza dentro y fuera de las compañías será el reto del directivo, deberá atraer al cliente pensando más en sus necesidades que en las de la propia empresa, y además, deberá recuperar a una plantilla que mira con recelo el ajuste económico en el que se ha visto envuelta a lo largo de estos años.

Desde mi punto de vista, basándome en los estudios informativos hechos, es necesaria una sensibilización en el trato personal del directivo hacia el cliente o empleado, tema consustancial en la consecución de un máximo rendimiento dentro del ámbito interno de la empresa y clave para la fidelización con el cliente. Hay que dar protagonismo al cliente perdiendo el miedo al fracaso y aprendiendo de las quejas que éstos puedan hacer, un método que no es nuevo, sino que ya está en su auge en países tales como EE UU, y que aboga no sólo con poner al cliente en el centro de la estrategia empresarial, sino fidelizarlo con las ventas a base de confianza cara a cara, ya que limitarse a la venta del producto en sí solamente es limitarse a competir en precio con las demás organizaciones, dejando de lado el trato humano para con los compradores. Y por su parte, la empresa debe proveer de empleados cualificados, que no sólo acaten el listado de funciones que se les da, sino que sepan rotar por las distintas empresas que compongan un grupo, que sean polivalentes en su trabajo y sepan hacer frente a sus objetivos de la forma más eficaz y eficiente, siendo sujetos especializados en su ámbito pero que a la vez sean capaces de entender y trabajar codo con codo con otros departamentos.

En resumidas cuentas, todo lo expuesto anteriormente es la base fundamental del cambio empresarial dentro de la esfera directiva de una organización, cambio que el directivo tiene que llevar a cabo por el bien de la empresa en general, cambio que será cuanto menos dificultoso pero que provocará un lavado de cara para el liderazgo en la empresa.

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