jueves, 16 de abril de 2015

REFLEXIÓN PERSONAL SOBRE EL LIDERAZGO. 

Reflexión realizada por: Marta Domínguez Núñez

La imagen del líder siempre ha sido algo que todas las personas, en general, tendemos a idealizar: posición jerárquica alta en una determinada empresa o entidad, un buen salario en la mayoría de los casos, el respeto (e incluso admiración) de los subordinados... sin embargo, yo siempre me he sentido en una contraposición cuando he pensado en la imagen de un líder y su posición dentro de una empresa.

En primer lugar siempre he pensado que se trata de un puesto de una evidente gran responsabilidad, donde el líder es el punto central y del que emanan todas las decisiones o actuaciones que se van a llevar a cabo en el seno de la entidad. Es un puesto que, bajo mi punto de vista, no puede ser ocupado por cualquier persona, sino que se ha de tener un perfil determinado, donde primen valores como la competitividad en uno mismo, la motivación (importante a la hora de tratar con el personal), por supuesto los conocimientos necesarios para desarrollar tan importante labor y una formación profesional que se encuentre al alcance y altura de dicho puesto que será ocupado por una determinada persona en cuestión.

Sin embargo, siempre he sido más crítica sobre este asunto del liderazgo conforme los tiempos han ido pasando y cambiando. Cada vez más nos alejamos de la imagen ideal del líder como persona que se habría de ocupar de un grupo de personas que trabajan en torno y por la consecución de un objetivo común, con determinadas metas personales, profesionales y aspiracionales. Hoy en día, los puestos de liderazgo son cada vez más ocupados por personas que han ido ascendiendo en la escala de una empresa por el tiempo que llevan en la misma, por determinados méritos o logros que no serían merecedores de tal ascenso o, simplemente y hablando claro, por lo que conocemos como “enchufe”. Cuando estas situaciones se dan en las administraciones públicas, surge el malestar imperante en muchos ciudadanos con respecto al servicio que se obtiene de las mismas, por la mala coordinación y trato que reciben o por los fallos de los que la misma es responsable. Esto, bajo mi punto de vista, no es más que una falta de “cabeza de familia”, es decir, de un líder que sea capaz de visualizar so problemas existentes y obtenga la solución para erradicarlos en la mayor medida posible.

Pienso que no debería olvidarse que los líderes son personas que van a guiar el correcto funcionamiento de una entidad y la consecución de objetivos de la misma. No se debería dejar a la suerte, comodidad o arbitrio de unos pocos que dichos puestos sean ocupados por personas incompetente que deslucen una determinada labor y hacen que, en muchas ocasiones, se generalice con respecto a una figura que merece todo el respeto y consideración que la labor realizada le debería otorgar.

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