miércoles, 1 de abril de 2015

REFLEXIÓN PERSONAL ACERCA DE LA FORMACIÓN DE LOS RR.HH

Por: Sandra Vicente Noguero.

En los tiempos que corren son, o más bien somos, muchos los que pensamos que tener una sólida formación académica es un aspecto básico y fundamental para aspirar a conseguir un buen puesto de trabajo, bien en la Administración Pública, bien en el ámbito organizacional privado.

Llevando esta idea de la necesidad de formación al ámbito laboral cabe reparar en la siguiente cuestión… ¿se piensa lo mismo cuando ya se ha conseguido el puesto deseado?

En mi opinión, y demostrado por actitudes y aptitudes que podemos observar en los funcionarios de la Administración Pública y trabajadores de empresas privadas, pienso que no. En efecto, ¿Quién no ha sido testigo de algún “enfrentamiento” entre un empleado público y su ordenador o programa informático en cuestión? ¿O no saber orientar adecuadamente ante una cuestión concreta (de su competencia, claro está) a un ciudadano? ¿O no poder atender correctamente a un usuario por no entender su idioma? Estos son algunos ejemplos que, a mi entender, ponen de manifiesto que no se apuesta lo suficiente por la formación de los recursos humanos una vez que ya tienen ese estatus, es decir, una vez que ya son parte de la organización, ya sea ésta pública o privada.

La formación debe ser un requisito de suma importancia durante toda la vida en activo de un sujeto, no solo en la fase previa al acceso a un puesto de trabajo, sino también durante el desarrollo del mismo. Esto es relevante por muchos motivos, pero por destacar algunos podemos ver: los imprescindibles cambios a nivel informático y de las nuevas tecnologías, que agilizan mucho los trámites administrativos por vía telemática; cambios normativos que conllevan modificaciones de impresos y modos de proceder; o nuevas exigencias de los usuarios.




Los recursos humanos tienen que tener una sólida formación para desempeñar correctamente sus funciones, pero si eso es importante, igual de importante es que esa formación se recicle conforme sea necesario, ya que el devenir del tiempo conlleva necesariamente una serie de cambios asociados.







Los directivos de las empresas, en el ámbito privado, y las instituciones competentes, en el ámbito público, deben invertir fondos y tiempo en la formación de sus empleados. Esta formación puede ser dentro o fuera de la organización; si realiza dentro de la propia organización las técnicas más utilizadas son la rotación de puestos y la asignación de aprendices que supervisen el trabajo de sus compañeros; mientras que si se realiza fuera de la organización las técnicas utilizadas son más variopintas, como reuniones de formación, seminarios y conferencias, simulación de supuestos, y algunas menos conocidas como los métodos del caso y de las situaciones o del incidente crítico.

Por personas allegadas conozco casos de grandes empresas a nivel nacional que usan una técnica de formación de su personal consistente en lo que podríamos venir en denominar “aprender equivocándose”, de este modo, el o los empresarios incentivan forzosamente a sus empleados a  aprender, bajo la presión de que no deben equivocarse.

Este tipo de técnica creo que es bastante eficaz para el empresario y directivos de las organizaciones, porque consiguen los resultados esperados, pero ¿y para los empleados? Para ellos es justo lo contrario ya que se ven sometidos a la presión de tener que hacer bien su tarea si o si (independientemente de que todo trabajador deba tener como premisa básica el hacer bien su trabajo) bajo la reprimenda del superior o su propio malestar o decaimiento por no hacer bien su trabajo. Este método es una clara evidencia de cómo ahorran los directivos de las empresas y organizaciones dinero en formación de sus empleados.

Para concluir, añadir la idea de que un personal debidamente formado, es un personal que actúa en su trabajo de la mejor forma posible, y que está preparado para solventar cualquier imprevisto que se le pueda presentar porque conoce las últimas novedades y cambios aplicados en su ámbito. Esto es muy beneficioso para las empresas y administraciones porque así pueden ofrecer servicios de mejor calidad y serán mejor valorados por los clientes y usuarios.

Además, la formación también incide en la motivación personal de los recursos humanos ya que los individuos se sienten útiles, adaptados, preparados para su labor; además puede suscitarle interés por conseguir un ascenso profesional y poder crearse nuevas expectativas más allá de haber conseguido la estabilidad en su puesto de trabajo.


En cambio, si no se forma debidamente al personal, surge el riesgo de absentismo, desgana, apatía, falta de motivación en el trabajo, e incluso el desistimiento y abandono del mismo por no saber adaptarse al progreso de la vida.

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