Mi aportación
personal quiero basarla, como han hecho ya otros de mis compañeros, en dos puntos:
el liderazgo y la motivación ejecutada
por el líder.
En primer lugar,
sabemos que para que un grupo tenga más posibilidades de ir bien, de estar bien
organizado, y con ello realizar bien sus labores es buena idea contar con la
figura de un líder.
Pues
bien, dentro del ámbito del sector público, asi como del privado es conveniente
que los trabajadores cuenten con una persona que los lidere. Ese sujeto tiene
que ser una persona organizada, eficiente, eficaz, con poder, con iniciativa,
con capacidad para tomar decisiones, en términos generales, una persona capaz
de liderar a un grupo.
El liderazgo conlleva a que dicha persona
sea capaz de lidiar con los problemas que se planten en la organización, así como los que puedan surgir entre sus empleados. Por tanto la figura del líder es de total y
suma importancia.
En segundo
lugar, como bien sabemos un empleado de una organización es una persona con
sentimientos y emociones, por lo que me quiero referir a lo siguiente, ¿la motivación en el trabajo es un factor
esencial para el buen funcionamiento de la empresa? En mi opinión, y creo que es compartida por
mis compañeros, no hay mayor trabajador eficiente y eficaz que una persona que
es motivada día a día. Y esta motivación le corresponde, como no, al líder del
grupo, puesto que motivar es una de las labores que les corresponden a los
jefes y supervisores de grupo, entre otras.
Si trasladamos
esto dos conceptos a la práctica, ¿qué podemos decir? Evidentemente es bien
sabido que cada organización cuenta con un líder, pero, ¿sus trabajadores
cuentan también con motivación? Puedo decir que no, la motivación, por
desgracia no se da en todas las organizaciones. Y desde un punto personal, y
desde la experiencia puedo decir que hay organizaciones, ya sean del ámbito
público o del privado, en este caso, cuyos líderes no deberían ser concebidos
como tal. En algunas organizaciones no se da el factor de la motivación, no la
encontramos por ningún lado. Y la verdad la única explicación lógica que se le
puede ver es que tales líderes no son lo suficientemente buenos como para
llevar consigo a un grupo, y mucho menos son lo suficientemente adecuados para
llevar consigo el papel de líder. Pero,
evidentemente, son los que tienen más poder, y si sus empleados no son lo
suficientemente eficaces es culpa de tales empleados, jamás del líder.
En conclusión,
podemos ver como en la actualidad la figura del líder es absolutamente
necesaria, ya que sin un tercero que tire
del grupo no se alcanzaría la plena organización y estructuración, asi como
la finalidad de las labores encomendadas del grupo (parece que estamos ante el
contrato social de Rousseau).
Pero por otro
lado, nos encontramos con que la motivación por parte del líder queda un poco
suelta en algunas organizaciones, en ellas la motivación parece no ser imprescindible.
No tienen en cuentan a la persona que hay detrás del empleado, solo a su
trabajo, y si este no es el suficiente ya se sabe lo que ocurre.
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